Si algo puede salir bien, saldrá bien. Así vivió el Milan su duelo ante una Lazio que fue un rival menor para el equipo de Stefano Pioli, el único que buscó la victoria y, de manera lógica, el que acabó consiguiéndola para sumar tres puntos de oro. Los mismos supieron mucho mejor debido al regreso triunfal de un Ibrahimovic que volvió a jugar con el cuadro lombardo y volvió a marcar, aunque tuvo que ver desde el banquillo un inicio que dejó marcadas las cartas de cada conjunto.
Sin un ápice de miedo y con ansias de protagonismo, el Milan salió dispuesto a encerrar a su rival y no tardó en someter a una Lazio timorata en el primer tiempo y que se limitó a sobrevivir y correr tras el esférico. Una táctica que funcionó en parte gracias a las faltas.
El conjunto romano cortó el juego con constantes infracciones, especialmente sobre un Theo Hernández que se llevó golpes de todos los colores. Ello cortó a partir del minuto 25 el ritmo de un Milan que comenzó muy activo, con Rafael Leao generando muchísimo peligro por la banda izquierda.
El plan de la Lazio estaba cerca de salir bien, pues el 0-0 presidia el marcador al borde del descanso, pero en una tremenda acción individual, Rafael Leao puso el 1-0 tras una galopada y una combinación en el área con Rebic. Un golpe que pudo ser doble, pues en pleno añadido el colegiado, tras consultar el VAR, señaló un penalti a favor del Milan, pero Kessié lo mandó al travesaño.
El paso por vestuarios, casi por obligación, provocó un cambio en el guion del duelo y el conjunto dirigido por Maurizio Sarri se hizo con una mayor posesión de balón, aunque la misma no se traducía en peligro contra un Milan en el que Ibrahimovic, ya recuperado de sus problemas, se preparaba para saltar al campo.
Zlatan saltó al campo justo cuando se cumplía la hora de partido. Un cambio pactado para que el veterano astro cogiera un poco la forma, pero Ibra no entiende de tomarse con calma los duelos y no tardó ni siete minutos en volver a celebrar un gol. El sueco, en una contra conducida de maravilla por Rebic, anotó a placer en el área pequeña tras la asistencia del croata para poner el 2-0.
Con ese marcador, si ya tenía poca convicción antes, la Lazio entregó definitivamente las armas y vio pasar los minutos con el miedo a un nuevo gol al contragolpe de un Milan que buscó y buscó a un Ibra muy activo, aunque el crack no volvió a estar acertado de cara a portería.
El pitido final, que trajo consigo la expulsión por protestar de Sarri, certificó el triunfo de un Milan que, antes de su regreso a la Champions League, selló su pleno liguero en estas tres primeras jornadas y ratificó ante un rival directo que su candidatura al título, con una Juve decadente y un Inter si su gran estrella del pasado curso, es más que seria.