La defensa celtiña ha sido terrible. Horrorosa. De chiste. Al menos, para sus aficionados. Para el Standard, ojalá le juegen muchos más equipos así.
Los fallos en la última línea del Celta podrían haber condenado al cuadro gallego a una goleada, pero no ha sido así, por suerte para Berizzo. Un batacazo sonoro en Europa pondría en entredicho su labor, pues el campeonato liguero no ha comenzado de la mejor manera posible.
Y este partido comenzó mal. Muy mal. Peor aún si cabe. David Costas telegrafió un pase raso, al centro del campo, directo a los pies de un Dossevi que estuvo muy atento.
El futbolista del Standard arrancó, dribló y batió a Sergio Álvarez sin complicaciones. Tres minutos habían pasado y el Celta ya perdía.
Le costó meterse en el partido. Se veía que el fallo había dolido, y mucho, y no ofrecía ninguna seguridad en defensa. El Standard, más cómodo que nunca. Dejó que el Celta llevase la iniciativa y buscaba salir a la contra.
Sin embargo, llegó lo inesperado, un zapatazo de Rossi, a botepronto, que se coló por el palo corto de Gillet. Un Gillet que calculó mal y se comió el bote del balón.
Tras el tanto del empate llegaron los mejores minutos del Celta, que llegó a poner contra las cuerdas al Standard, pero no se aprovechó de un rival herido.
De hecho, sus errores en defensa, muy, muy numerosos a lo largo de todo el partido, volvieron a llevar el peligro a su portería.
Pero no era el día de los delanteros del Standard. Raman tuvo en sus botas, por dos vece, el 2-1, pero las dos veces mandó el balón fuera.
La segunda mitad fue un calco de la primera, solo que con más intensidad. La gasolina, sin embargo, les duró poco a ambos. El juego comenzó a cortarse y el partido entró en una dinámica aburrida.
Las ocasiones brillaron por su ausencia, y sólo se pudo destacar la entrega de Pione Sisto. Rossi, ya desfondado, pedía a gritos el cambio.
Con el carrusel de sustituciones llegamos a los minutos finales, regados de amarillas para el Celta, principalmente. La consigna era evitar problemas.
Y terminó el partido sin que nadie se diera cuenta. Reparto de puntos y la sensación de haber salido con vida de un partido mucho más peligroso de lo que uno pudiera pensar viendo cómo está el Standard en su liga. Aunque claro, lo mismo pensarán los valones del Celta.