Una de las cosas más maravillosas que tiene el fútbol es que no existen las fronteras. A diferencia de otros ámbitos, el deporte rey acepta a todos por igual sin importar nacionalidad, religión, color de piel o ideología política.
Así, cada vez es más común que los equipos se nutran de futbolistas de varias nacionalidades. Un claro ejemplo es el Orebro sueco que, además de un importante número de futbolistas del país nórdico, reserva su vanguardia a tres atacantes llegados desde Nigeria.
El más veterano del equipo es Michael Junior Omoh, que aterrizó en el Orebro después de vestir las camisetas de Dalkurd y Östersunds. En lo que va de curso, Omoh sólo ha podido conseguir un tanto.
No le van mucho mejor las cosas a Isaac Boye, aunque su juventud le permite aún alguna concesión. Con apenas nueve partidos en la máxima categoría y 236 minutos a sus espaldas, el africano ya ha podido celebrar un gol.
Siete suma Igboananike, la gran referencia del Orebro. El nigeriano pasó la mayor parte de su carrera en Suecia, probando también la aventura en la MLS (Chicago Fire y DC United). De vuelta a Suecia, Igboananike sigue enchufando goles.