Goles, polémicas, paradas imposibles... el drama por la permanencia que se vivió en El Molinón tuvo de todo. Empezó riendo el Granada, pero el equipo de Alcaraz se hundió inexplicablemente tras ponerse por delante en Gijón. El guión le había salido a las mil maravillas al técnico, que contó con la extraordinaria ayuda de Ochoa, pero el tinglao se le cayó de bruces tras el gol de Ingason.
El Granada no supo manejar la ventaja y Rubi ganó el partido con los cambios. Se la jugó al todo o nada y Alcaraz no tuvo respuesta. Traoré encontró el camino del empate y el chiringuito nazarí se desmontó como una piramide de cartas. En apenas ocho minutos, los sueños de la permanencia habían dejado paso a las pesadillas de volver al infierno de Segunda.
Otro ex, esta vez Babin, aprovechó las indecisiones defensivas del Granada para voltear el marcador y poner en efervescencia a El Molinón. Sin tiempo para terminar de celebrar, contragolpe inexplicable para una defensa de cinco y gol de Carmona.
Ni siquiera un iluminado Ochoa podía salvar a su equipo del desastre. El mexicano, que recordó a aquel portero que maravilló en el Mundial de Brasil, completó hasta siete intervenciones de mérito, entre ellas un penalti para evitar el doblete de Traoré, que evidenció que los once metros no son lo suyo.
Pero Gijón era una fiesta. El Granada lamentó el gol anulado a Kravets, que partió en posición legal, pero ni siquiera insistió en la protesta. El equipo nazarí estaba roto y entregado. Primera se le escapa de las manos en unos ocho minutos que impulsan las esperanzas de un Sporting que se marchará al parón con una sonrisa en la cara. Todo lo contrario que en Granada, donde las lágrimas empiezan a saber tristemente a Segunda.