La magia de la Copa abandonó el torneo por momentos. La emoción del partido único dejó lugar a la eliminatoria con dos choques, lo que propició dejar todo abierto para la vuelta.
La ilusión del Levante, en su primera semifinal desde su fusión, fue solapada por el oficio del Athletic, tocado con una varita desde su título en Sevilla.
Sabían ambos conjuntos que era un partido a 180 minutos. Eso sí, la puesta en escena de Athletic y Levante fue de gala, con sus mejores galas en un partido que tuvo mejores jugadores que ocasiones.
Solo un error en la primera mitad de Melero, a la hora de rematar, permitió ver un tiro a puerta en el partido, que precisamente se convirtió en gol. El error pasó a ser acierto cuando el centrocampista fusiló la portería de Unai Simón.
Inoperante el Athletic, como nunca se había visto desde la llegada de Marcelino. Muniain no encontró ni a Raúl García ni a Williams, como pollo sin cabeza cada vez que corría.
Azuzó el árbol Marcelino en el descanso. Cárdenas, hasta entonces desaparecido, comenzó a trabajar a destajo, contra Raúl García, contra Berenguer, contra Williams. Tres paradas consecutivas que dejaron claro que el viento había cambiado.
Los cambios sentaron bien a Paco López. Acertó el técnico del Levante, pero nada pudo hacer para evitar el golazo de Íñigo Martínez. Con rabia, desde atrás y con fuerza, el zaguero puso la igualada.
Se convirtió el partido entonces en una guerra de guerrillas. Golpes por un lado, protestas por el otro, el choque se embarró hasta que Gil Manzano decidió poner punto y seguido a la eliminatoria.
El finalista tendrá que esperar tres semanas para conocer su destino. Un empate a uno que deja un poco mejor al Levante, pero con todas las opciones abiertas para el Athletic en el Ciutat de València.