Fue un asedio. Y suelen salir bien cuando la diferencia de potencial entre uno y otro ejército es como la que había entre el Burnley y el Manchester City. Lo que pasa es que los nervios están a flor de piel, así que Guardiola sudó más de la cuenta para volver a la cima de la Premier.
Revalidar el título está más cerca. Por eso cuesta más. En la bonita alternancia entre Liverpool y City la jornada volvió a ser otra montaña rusa. Sigue estando todo en manos de los 'citizen' tras el 0-1.
En el Turf Moor estuvo concretamente en los pies del Kun Agüero. El argentino fue el único de tirar una piedra lo suficientemente grande como para resquebrajar el muro que llegó a levantar el equipo de Sean Dyche.
Corría el minuto 63. Y el gol probablemente llegó en uno de los ataques que parecían menos nocivos. Con el área de los locales convertida en un pequeño 'pinball', la bola cayó a la pierna zurda de Agüero. Le pegó sin dudar y Lowton desvió. Luego intentó sacarla a la desesperada. Pero la bola había entrado, la tecnología de gol ya le había mandado el mensaje al reloj del colegiado Paul Tierney.
Eso sí, el tanto llegó cuando la tormenta no paraba de descargar sobre Heaton. El paso por el descanso había reactivado y concienciado a un City que en la primera mitad se había mostrado mucho más espeso.
La sensación final, por lo ajustado el marcador, fue de que el Burnley podría haber empatado en una acción aislada. Pero era el día del asedio. Y cuando terminó, las caras contraídas de los 'citizens' habían tornado en una sonrisa incontenible. Sabían que el título queda mucho más cerquita.