El Bayern, desde que se puso Heynckes de nuevo a los mandos de la nave, es otro. El revés que le dio el PSG reactivó al cuadro bávaro, y se ha vuelto a convertir en un equipo temible.
Ante el Besiktas, invicto en la fase de grupos, el Bayern era favorito, pero lo fue aún más después de que al cuarto de hora de juego los turcos se quedasen con uno menos.
Era una noche fría en la capital bávara, y el partido tuvo dos fases muy bien diferenciadas. La roja a Vida marcó un antes y después.
Hasta ese fatídico, para los turcos, minuto 16, el Besiktas fue un equipo valiente. Talisca, Quaresma y Babel fueron un incordio para la zaga bávara, y Vágner Love, muy activo arriba, complicó cuanto pudo la salida del balón del rival.
El Bayern, hasta ese minuto que lo cambió todo, fue superior, pero no abrumadoramente superior. Nada que ver tras el fallo de Hutchinson que sentenció la eliminatoria a la postre.
Quiso sacar el balón jugado el Besiktas. Circulaba el balón entre los centrales y los mediocentros, y Hutchinson falló al devolvérselo a Vida. Robó Lewandowski y cuando se lanzaba sobre el área de Fabri, el croata le derribó por detrás.
El colegiado rumano Ovidiu Hategan no lo dudó. Roja directa, y el Besiktas se quedó con diez. Senol Günes, en vez de hacer un cambio para meter otro central, decidió retrasar a Medel y mantener sus cuatro futbolistas ofensivos sobre el terreno de juego. Resultó ser una inútil gallardía.
Botó James Rodríguez la falta, y por poco no marca el golazo de la eliminatoria. Comba perfecta, pero por centímetros fuera del arco. A continuación, balón largo para Vágner Love, control de fantasía y remate con la puntera que se fue por encima del travesaño de Ulreich.
Fue la ocasión que pudo haber hecho que el partido fuera muy, muy distinto. No tuvo más ocasiones de verdadero peligro el Besiktas de ahí al final, salvo llegadas esporádicas. El Bayern pasó entonces a jugar a placer. Sin prisa, pero tampoco sin pausa.
Cada posesión del Bayern terminaba en un disparo, a puerta o fuera, a un rival o a un compañero (que se lo digan a James, que se llevó un pelotazo de Müller y tuvo que ser cambiado al filo del descanso presumiblemente por eso).
Como una lluvia fina que te empapa poco a poco, el Bayern se hizo con el dominio absoluto del balón y del partido. El Besiktas procedió a defenderse con uñas y dientes, y sólo quedaron fuera de su propio área los tres de ataque, Quaresma, Babel y Love. El paso atrás de Medel obligó a Talisca a retrasar igualmente su posición.
Era cuestión de tiempo que el gol llegase. Lo hizo al final del primer tiempo, cuando los turcos ya atisbaban en el horizonte el descanso. Pero Thomas Müller, hoy capitán del Bayern, tenía otros planes.
Marcó como sólo él sabe hacerlo. Con un disparo feo. Con un mal disparo. Pegándole fatal. Pero pegándole en el momento justo que descoloque a todos los rivales. Recogió un balón suelto a un metro de Fabri y se la coló por debajo de las piernas.
Tras el descanso, más de lo mismo, y conforme se cansaron de perseguir el balón los turcos, aparecieron brechas en el muro defensivo levantado para evitar la goleada.
En el 52' llegó el segundo, una jugada de pizarra que culminó Coman rematando el pase de la muerte de Lewandowski. El tanto acabó con las esperanzas del Besiktas, que pasó por completo a cerrar filas.
Senol Günes renunció al ataque. Quitó a su delantero centro y metió un central puro como Tosic. Volvía el doble pivote, pero tampoco funcionó. El Bayern seguía atacando y como el que no quiere la cosa, se encontró con tres goles más.
El tercero llegó en el 66', Müller a pase de Kimmich. De nuevo, por la banda derecha del Bayern, la izquierda del Besiktas, una autopista para el uso y disfrute de Arjen Robben.
En la recta final del partido cayeron los otros dos. Otros dos goles de 'pillo', de 'killer', de delantero puro. Ambos, obra de Lewandowski. El cuarto, tras pillar el reachace de Fabri a un duro disparo de Javi Martínez. El quinto, rematando a placer una combinación con Müller.
El invicto del Besiktas se hizo añicos en el Fußball Arena München, denominación en partidos de Champions del Allianz Arena. El Bayern es un enemigo temible que no necesita de ventajas para ganar, pero que ha dejado claro que no las rechaza si dispone de ellas.
Estambul debe ser algo más que una caldera para levantar esta goleada. El fútbol está lleno de imposibles, pero hay pocos tan improbables como ver una remontada dentro de un mes.