El Everton, con las competiciones europeas lejos del alcance de su mano, y el Burnley, con la salvación amarrada, tenían que disputar otro partido trámite en el que el honor era lo único que había en juego.
Los tres puntos se los llevó el Everton, que se adelantó en la primera parte con un gol en propia meta de Ben Mee en el minuto 17 después de un disparo de Richarlison.
El tanto precedió al del irlandés Seamus Coleman, que cerró el marcador tres minutos después tras recoger el rechace de un desvío desafortunado del portero Tom Heaton.
En la segunda parte, tanto el Everton como el Burnley sellaron el armisticio, dando paz a un partido en el que lo más importante era el honor de ganar un nuevo partido en la Premier League.