Un equipo que no había dejado de marcar contra uno de los menos goleados. Dos filosofías quedaron anuladas. La de un Villarreal que no distingue entre jugar en casa o fuera, que va a por el triunfo en cada escenario, y la de un Athletic que pondera el orden como punto de propulsión hacia el triunfo.
Hecho el recuento de los méritos, hubo más pintados de amarillo que de rojo y blanco. Aunque el partido comenzó al revés, siendo un correcalles para luego acabar más rígido.
En la primera mitad, sensación de moneda al aire; tras el descanso, un protagonista: Unai Simón. Que tuvo otra vez actuaciones prodigiosas, llenas de reflejos y de futuro. Para recordar que los niños que llegan a Lezama sueñan con ser guardametas.
El Athletic convirtió a Kepa en el arquero más caro de la historia y ahora va camino de repetir la historia con su nuevo arquero. Su recital en la segunda mitad tuvo un momento cumbre: una parada ante el 'Pichichi' espectacular.
Gerard Moreno remató a bocajarro y a quemarropa. Unai Simón, como manda el manual de un portero valiente, se clavó contra el suelo, apretó el pecho y abrió los brazos para tapar ángulo cual portero de balonmano. Sin embargo, fue con su rostro como repelió el gol cantado. Bonita metáfora de lo que ocurría en el choque, pues estaba dando la cara por los suyos.
Calleja, como siempre, fue a por el partido. Sus cambios eléctricos, Chukwueze y Ontiveros para dentro, dieron más dinamita, pero no encontraron su mecha más allá de la primera aparición del nigeriano, quien asistió atrás para el delicioso golpeo de Cazorla, que besó la madera.
Los tibios acercamientos del Athletic acabaron con tiros sin mucha chicha, como el de Ibai o el Yuri, si bien no se veía incómodo a los vascos sumando de a uno.
Todo se aprestaba a un cantado 0-0, algo que reforzó Unai Simón, el hombre del día, a once minutos del final, cuando sacó una mano bajo palos a cabezazo de Raúl Albiol en un córner.