Al final, el Levante-Barcelona se quedó en lección con moraleja. Aunque tuvo tintes de un poco de drama. Todo porque el once que compuso Valverde, mezcla de algunos fijos y muchos cambios, no respondió. Una de las cuestiones que más preocupan al 'Txingurri'.
Si alguna enseñanza le dejaron los malos ratos del año pasado, todos concentrados en la Champions, fue que hay que llegar con las piernas bien frescas a la primavera. Fue uno de los grandes motivos del cataclismo en Roma, como luego recoonocerían algunos protagonistas.
Así que desde ya, pese a que la ventaja en LaLiga con los perseguidores es menor respecto a estas alturas del año pasado, ha ido dosificando el cansancio.
Eso intentó en Copa del Rey también. Obviamente, funcionó contra la Cultural Leonesa. Pero el Levante subió el listón y ello se notó. El partido le vino grande a los dos canteranos alineados en defensa, Chumi y Juan Miranda, que tuvieron una pesadilla. Y el equipo resultó una versión experimental de sí mismo.
Partido en dos, con una defensa muy frágil y un ataque donde sus integrantes hacían la guerra por su cuenta, el Barça dejó un feo partido. El tanto de Coutinho a cinco minutos del final fue puro maquillaje para una noche aciaga que recordó que no hay mucho fondo de armario.
Solo Cillessen, providencial para evitar algunos tantos más del Levante, estuvo a la altura entre los nuevos. Así que queda la duda para el futuro.
Tipos como Messi, Luis Suárez, Jordi Alba, Piqué, Busquets o Rakitic no tienen claro relevo, y no hablamos precisamente de veinteañeros. Para colmo, la lesión de Rafinha y la situación de Munir complican la posibilidad de rotar más, algo clave especialmente para aspirar a levantar la Champions de nuevo.