Dos de los equipos que mejor rendimiento están dando en esta Superliga y que más expectación generan en los aficionados se dieron cita en el Monumental del barrio de Núñez.
No defraudaron ninguno de los dos. La propuesta de Heinze, una vez más, volvió a ser todo lo ofensiva que permitió River. Un River que, al igual que le pasó en muchos otros partidos, salió dormido.
El juego de Vélez recordó en muchos aspectos al 'millonario'. Lineas altas de presión que dificultaron la salida de balón de los pupilos de Gallardo y una salida endiablada al contragolpe.
El 'Fortín', con el paso de los minutos, se fue creciendo. Nico Domínguez hizo un desgaste extremo, tanto en ataque como en defensa, y fue el vivo estilo de lo que el 'Gringo' ha transmitido desde que llegó a Liniers.
La intensidad de ambos al final se acabó decantando del lado visitante. Vélez se disfrazó de River e hizo lo mismo que tantas alegrías les ha dado a los 'millonarios'.
Robertone aprovechó un lazamiento en largo de Armani para robar y ceder a Domínguez. El delantero tomó ventaja de la mala colocación de Paulo Díaz y batió con un remate cruzado a Armani.
Minutos antes había comenzado la debacle de Andrés Merlos, colegiado del partido. En primer lugar, no pitó un penalti de Hoyos sobre Matías Suárez en un intento por despejar el balón.
Tampoco estuvo acertado con algunas de las amonestaciones, pero lo más grave llegó a diez minutos del final. Antes del gran lío, River salió con las pilas puestas tras el paso por los vestuarios.
Nacho Fernández, quien si no, hizo el empate tras culminar una gran jugada Martínez Quarta. El propio central, minutos más tarde, estrelló el balón en la madera izquierda de la portería.
Heinze vio que River subió las líneas y metió a Almada para aprovechar los espacios. Tuvo unos minutos complicados, pero en la primera que recibió el cuero encaró y forzó el penalti de Armani.
Protestaron los hombres de Gallardo, que pedían una mano previa en el control. El balon venía rechazado de su propio pie, por lo que no hubo intencionalidad. Con sus 18 años bien puestos, tomó la responsabilidad del lanzamiento y engaño al meta.
A dos minutos del final, Merlos se inventó una pena máxima en favor de River. En un lazamiento desde la frontal de Fernández, el cuero golpeó en el costado de Nico Domínguez, aunque para el colegiado fue mano dentro del área.
Ninguno de los jugadores del 'Fortín' daba crédito. Mucho menos Domínguez, que tuvo que ser arrastrado por sus compañeros al vestuario mientras le gritaba a Merlos todo lo que se le venía a la cabeza tras ver la segunda amarilla.
Pero el Dios del fútbol es justo. Como no fue penalti, no fue gol. O mejor dicho, Hoyos ratificó una noche sensacional trasnformándose en Dios por unos segundos. El portero Vélez adivinó la intención de Nacho Fernández y sacó una mano magistral para asegurar los tres puntos.