El 4 de junio de 1983, el Barcelona sumó su vigésimo título de la Copa del Rey en la Romareda después de derrotar al Real Madrid por 2-1.
Cuando el partido parecía terminado en la prórroga, llegó el milagro en el último minuto. Julio Alberto apuró la banda izquierda, centró al segundo palo y Marcos Alonso remató de cabeza de manera acrobática, manteniéndose unas décimas de segundo suspendido en el aire para decidir el partido mientras Bernd Schuster hacía cortes de manga a sus rivales.