Juventud, divino tesoro. Una virtud a la que, si se le añade calidad, saber estar e importancia para tu equipo, se convierte en una auténtica divinidad. Algo así se le podría adjudicar a Gabri Veiga este domingo, quien se convirtió en el verdadero protagonista del Celta en su victoria ante el Valladolid.
Un choque que comenzó de manera vertiginosa y a punto de dejar el primer tanto en el minuto uno. Contragolpe de libro del conjunto local por mediación de Gabri Veiga. Este combinó con Iago Aspas, que se orientó y jugó con Seferovic, que estaba totalmente solo frente a Asenjo. El delantero le pegó mordida a la pelota y se marchó desviada.
Aunque el Valladolid trató de reaccionar, el Celta no rebajó su nivel. Aspas, que fue el socio perfecto para un Veiga inspirado, estrelló la pelota en la madera pocos minutos después.
Fruto de ello, el gol no tardó en llegar. Precisamente, del debutante en la tarde de este domingo. Balón colgado al área y remate, o prolongación, según se quiera ver, de Gabri Veiga al corazón del área chica y por allí apareció Seferovic, que cabeceó tras deshacerse de su marca y colocó el 1-0 en el marcador.
El Valladolid pidió a gritos el descanso, mientras que los de Carvalhal buscaban con ahínco aumentar su ventaja en el marcador. Y así fue, ya que, superada la media hora de la primera mitad, el de 'O Porriño' vio recompensada su fantástica actitud. Llegó desde atrás el jugador vigués y recogió la pelota suelta de Aspas para mandar el esférico al fondo de la red.
Las dos mejores para el conjunto pucelano llegaron en el último suspiro de la primera parte. Sin embargo, ninguna de ellas acabó en gol, ya que Iván Villar se lució con una doble intervención y desató la frustración para los de Pacheta.
Un Pacheta que quiso darle un lavado de cara al equipo tras el paso por vestuarios. Introdujo tres cambios y el Valladolid salió con otra cara, mucho más participativo y rondando el área celtista.
Pero nada más lejos de la realidad, ya que el Celta siguió generando peligro con cada ocasión. Para colmo, cuando el Valladolid recortó distancias, el tanto no subió al marcador. Amallah cabeceó una prolongación de Óscar Planto, pero el internacional marroquí estaba ligeramente adelantado y la acción fue anulada.
El castigo fue aún mayor y Gabri Veiga terminó de rubricar su gran actuación. El canterano recogió una pelota muerta en el área y con un toque sutil la mandó a la red para que el 3-0 subiese al marcador.
El encuentro entró en su recta final y lejos de venirse abajo, el Celta fue a por más. El Valladolid estaba en la reserva y tan solo quería que el colegiado decretase el final del partido.
De Burgos Bengoetxea hurgó en la herida pucelana y mandó a las duchas a Amallah tras una dura entrada. El colegiado vasco decretó el final de los 90 minutos y desató la euforia y alegría del pueblo vigués, que se rindió ante su nuevo príncipe Gabri Veiga.