Los primeros meses no han sido fáciles para un Vinicius que maravilló en Flamengo y se puso el listón muy alto para aterrizar en el Santiago Bernabéu después de ilusionar a la afición con magia y números con 18 años.
Con Julen Lopetegui no tuvo apenas minutos y quedó relegado al filial, donde se vio que la categoría era demasiado baja para él. Cuatro goles en cinco partidos es el mejor resumen para Vinicus, que se desfonda en cada partido y lo intenta hasta la extenuación para darle argumentos al Madrid de por qué firmó su contrato.
Dos tantos y cuatro asistencias suma con el primer equipo, en parte gracias a Santiago Solari, que le ha dado más confianza y tiempo sobre el terreno de juego. Frente a la Real se vio a un delantero con desparpajo, con electricidad y con hambre.
Contra todos llegó se presentó frente a Rulli para caer y dar paso a la polémica de la jornada. No hubo penalti, pero la jugada estuvo llena de intenciones. Para un lado, para otro y de cualquier modo intenta avanzar Vinicius. El brasileño terminó completando seis regates de nueve intentados.
Algunos se acuerdan del debut de aquel Robinho con 20 años que dejó boquiabiertos a muchos frente al Cádiz. Con el '10' a la espalda, un número con gran peso, desarboló a la defensa y puso el partido patas arribas a partir del 20 de la segunda parte.
Regates casi imposibles, un sombrero, controles sutiles y un pase de gol fue la carta de presentación de un jugador al que siempre le han gustado las filigranas y la velocidad.
Como el propio Vinicius, ese Robinho no paró de pedir el balón una y otra vez, de seguir las jugadas, de encarar, de asociarse y, en definitiva, de intentar escribir su nombre en mayúsculas desde el principio del cambio. Eso sí, el final de Vinicius todavía es imposible de descifrar.