Leo Messi tiene un don. Su don no es jugar al fútbol a un nivel nunca visto hasta la fecha. Su don es hacer parecer fácil lo que en realidad es algo extremadamente complicado.
En la última jugada del partido Messi pudo haber hecho cualquier otra cosa con el balón. Pero tenía ya a Banega encima y a tres rivales delante. Y optó por el pase.
¿A quién? A Suárez. Vio que el uruguayo lanzaba el desmarque y con un sutil toque por encima de la defensa se la puso al ariete azulgrana para que se luciera con una bonita definición.
Y Luis Suárez no defraudó. Tras tres semanas sin ver puerta, el charrúa rompió su mala racha con una vaselina ante la salida de Vaclik. Y con este cuarto gol, el Barcelona selló una victoria sufrida, trabajada, y con un nombre propio, el de Lionel Messi.
23 de febrero de 2019