Cuando Zidane aterrizó en el Madrid, el cuadro blanco viajaba sin rumbo después de la escueta etapa de Benítez en el Bernabéu. Llegó un ídolo para cambiarlo todo, y lo hizo. A base de una gran conexión con su plantilla, un grupo que se convirtió en una dinastía rozando la perfección en cinco años inolvidables.
Primero, con la ansiada 'Décima'. Tras años de llantos, eliminaciones tempranas y proyectos inacabados, Lisboa permitió al Madrid saborear de nuevo el trono europeo. Fue la final de Ramos, la del minuto 93, la de una prórroga que fue hiel para el Atlético y gloria para Ancelotti y compañía.
El técnico italiano acabó sentenciado por un año sin títulos, llegó Benítez y las estrellas jamás congeniaron con su metodología. No cosechó resultados dantescos, pero el grupo no avanzaba. Ahí llegó Zidane, que en poco más de dos años y medio ya ha superado -en Champions- a gigantes de los banquillos como Guardiola o Mourinho.
En su primer año, el francés se encontró en la final de Milán con un Atleti que clamaba venganza. Ramos, de nuevo, tocó el cielo; pero el partido terminó nuevamente en la prórroga. Nadie marcó en esos 30 minutos y los penaltis decidieron. Juanfran la tiró al poste, Cristiano se llevó las portadas y el Madrid volvió a reinar.
Los objetivos se dispararon en la casa blanca. Se pasó a hablar de tripletes y sextetes, aunque para ello había que volver a ser el mejor de Europa. Nadie lo había logrado a lo largo de la historia del torneo, pero el Madrid cambió el paso. Fue en Cardiff, ante la Juve que destrozó al Barcelona.
Los italianos duraron lo que Cristiano y Modric quisieron. Uno goleó y el otro dominó. La segunda parte en Gales, imborrable. La Juve terminó siendo un juguete roto en manos de un Madrid incontrolable, que pocos días antes había levantado en Málaga la Liga. Dos Champions seguidas, quién hubiera podido pensarlo.
El verano pasó, los fichajes fueron casi anecdóticos y prácticamente los mismos jugadores se posaron, un año después, sobre el césped de Kiev. Juventus, Bayern y PSG, tres campeones que fueron apartados del camino. Faltaba el Liverpool de Salah, de Klopp. Un equipo imprevisible.
Pero el egipcio se rompió y el Liverpool, a pesar de su tremendo corazón, murió en la orilla. Murió ante un equipo de leyenda, incomparable, capaz de lograr lo que nadie jamás había ni imaginado. Son tres seguidas, aunque a buen seguro que esta saga de campeones ya está pensando en el camino hacia 'La 14'.