Royston Drenthe afronta su enésima oportunidad en el Racing de Murcia. Su fichaje fue sonado y atrajo las miradas de todo el mundo del fútbol, que recordaba cómo aquel joven que llegó al Real Madrid como uno de los laterales del futuro acababa en la Tercera División española.
Pero este Drenthe es otro muy distinto. En 'The Guardian', el neerlandés de 33 años cuenta que ha cambiado por completo su forma de ver la vida. Además, no mira la categoría de su equipo, sino que al fin puede disfrutar: "Estoy aquí porque todavía me gusta el fútbol. Este deporte me hace feliz, libera mi mente".
"Ahora pienso diferente, vuelvo a empezar. Me siento un hombre maduro, he aprendido mucho ya de esta vida. Tengo 33 años y hay muchas cosas que ya tuve que aprender cuando tenía 20. Ahora soy mucho más abierto, puedo hablar con todo el mundo. Antes decía 'no, no te voy a decir cómo me siento', pero ahora no. Siempre fui un tipo honesto y sencillo, pero cuando era joven no me relacionaba bien, me enfadaba demasiado cuando sentía que no se me trataba en condiciones, pero uno tiene que tomarse su tiempo y contar hasta diez", relata Drenthe.
El ex madridista utiliza el fútbol prácticamente como una terapia. Su estado físico no es precisamente bueno, las fotografías le delatan, pero Drenthe asegura que es cuestión de tiempo que esté al 100%: "Física y emocionalmente, el deporte ayuda. Marcar goles y ayudar al equipo te hace sentirte bien y eso es lo que necesitaba. Estoy aquí para trabajar. Mi plan es ir teniendo minutos, diez, 15 o 20, y creo que en los últimos cinco o seis partidos estaré en condiciones. Y cuando lleguen los 'play off' seré el Royston que la gente conoce".
Durante el reportaje con el periodista Sid Lowe, Royston Drenthe mira a su pasado, del que no se arrepiente. Por ejemplo, reconoce que se equivocó al salir del Everton, aunque lo asume: "En el Everton tendría que haber tomado mejores decisiones. Para quedarme debía bajarme el suedo, pero le dije a mi agente que no iba a hacer eso ni de broma. Mirando atrás en el tiempo, debería haberlo hecho. Las cosas habrían ido mucho mejor, pero no pienso mucho en mis decisiones erróneas, me las tomo como un hombre".
Una de sus etapas más complicadas fue aquella cesión al Hércules. Algo que tuvo que elegir sin mucho margen. "Yo tuve 24 horas para decidir si me quedaba en el Madrid o me iba cedido al Hércules. Mourinho me dijo: 'Jugando así, seguro que tendrás minutos'. Pero en realidad no habría sido así". Lo explica a la vez que se refiere a cómo pasan los trenes en el fútbol: "También hice muchas cosas buenas, el fútbol es un deporte que va muy rápido y que te obliga a tomar decisiones con celeridad. Pero si te precipitas, la mayoría de las veces te equivocas, y eso trato de explicárselo a los jóvenes que me preguntan".
Aquella campaña, el Hércules comenzó como un tiro de la mano de Esteban Vigo y llegó a rondar los puestos europeos con una histórica victoria ante el Barcelona en el Camp Nou. Sin embargo, el equipo se desinfló en la segunda vuelta hasta descender a Segunda. El vestuario se deshizo con la destitución del técnico y llegaron los impagos.
"Una persona normal que trabaja en una oficina llega todos los días puntual. No le pagan, pero su jefe quiere que mejore, que rinda como antes. Eso es una locura y pasa muchísimo en el fútbol. Nos gusta tanto este juego que vamos a entrenar, tocamos el balón y somos felices de nuevo, pero cuando paras, piensas: '¿Cómo voy a comer?", recuerda Drenthe.
"Yo no tenía ese problema, pero había jugadores que no podían ir al supermecado a llenar su nevera. A veces tenían que venir a mi casa a cenar. Esperaba que al menos los aficionados dijeran que no hice las cosas bien, pero que me entendían. Sin embargo, se dedicaron a hacerme pintadas en la pared. Fue muy feo, pero a mí no me dio miedo. Si supiérais de dónde vengo...", narra.
Pasaron los años, su carrera se fue desinflando y en 2016 llegó a retirarse para ser rapero. "Ya no era feliz en el fútbol, pero me siguieron llamando y dije 'vale, vamos a por ello de nuevo'. Al final el animal que llevaba dentro salió y ascendimos con el Sparta", explica Drenthe. Ha sido ese fuego interior el que le ha mantenido en este deporte a pesar de todo.
Ahora, el neerlandés trata de asesorar a su hijo de diez años, actualmente a prueba en el Sparta Rotterdam. Celebra que su actitud es la correcta: "Mi hijo está tan feliz, tan concentrado. Es diferente a mí a su edad, él entiende cosas que yo no entendía. Sus compañeros también y me escuchan, me preguntan cosas porque yo estuve ahí. Y si me preguntan, les explico: 'Yo hice esto, pero ese no es el camino".