Nacido en Turín en 1948, Attilio Romero acabó vinculando su nombre de forma inseparable al Torino. Todo comenzó unos años después de su nacimiento.
Empecemos por el principio. Un año después de la citada fecha, el Torino recibía su primer gran revés, el infame accidente de la Basílica de Superga, en el que falleció la práctica totalidad del plantel 'grana'.
Aquel Torino era imparable, y de sus filas se nutría una Selección Italiana renacida tras los estragos de la guerra. Pero el accidente cortó todo de raíz.
Fue un mazazo para la ciudad, y para el club. Tardó en volver a ver la luz, pero lo hizo una década después. Otra más tarde, el Torino volvía a rendir al nivel de antes del desastre en Italia.
Pero el panorama había cambiado, y en Turín mandaba la Juve. La 'Vecchia Signora', propiedad de la importante familia industrial Agnelli, ya amenazaba con ser el coloso que es hoy en día.
Había motivos para la esperanza, pues despuntaba en el Torino, a mediados de la década de los 60, un joven futbolista llamado Luigi Meroni. Su irrupción fue espectacular, y la Juve no tardó en echarle el lazo.
Pero Meroni era un tipo especial. Tenía tanta habilidad con el balón como sin él. Era un joven bohemio, que en sus ratos libres disfrutaba ejercitando el arte de la pintura.
December 22, 2017
La Juve le puso delante un cheque en blanco, pero él lo rechazó. Era del Torino, y por el Torino daría la vida. Lo que no sabía es que eso ocurriría literalmente.
Sucedió el 15 de octubre de 1967, tras un Torino-Sampdoria que terminó 4-2 a favor del cuadro 'grana'. Él y su compañero Fabio Poletti abandonaron el hotel de concentración con permiso del club para ir a tomar algo, para celebrar el triunfo.
Al mismo tiempo, un FIAT 124 Coupé, conducido por un muchacho de 19 años llamado Attilio Romero, circulaba a toda velocidad por las calles de Turín.
En su interior, además del conductor, estaba un amigo de este. Hinchas incondicionales del Torino, estaban celebrando la victoria de su equipo. Las vidas de Romero y Meroni se cruzaron, y las leyes de la física dictaron sentencia.
December 22, 2017
Attilio Romero acababa de atropellar mortalmente a su ídolo. No dudó en entregarse a la Policía, declarándose culpable del homicilio. Turín estaba de nuevo de luto, y él cayó en una profunda depresión.
Se libró de la cárcel gracias a las influencias que manejaba su familia, y el respaldo de los 'tifosi' del Torino fue total. Se dice que la hinchada, lejos de culpable por la muerte del ídolo del club, acudió a su casa tras el entierro para recordarle que no fue su culpa, y que era "uno di noi".
Los años pasaron, y Attilio Romero acabó convirtiéndose en un directivo de éxito en la empresa FIAT. Siguió vinculado al Torino, hasta el punto de que en el año 2000, el entonces presidente, Francesco Cimminelli, renunció al cargo y prácticamente se lo arrojó a Romero.
Hay quien lo describe como una 'vendetta' o desafío de Cimminelli a Romero, pero lo cierto es que nuestro protagonista aceptó el reto y asumió la presidencia del club de sus amores.
Parecía que la historia entre Torino y Romero estaba destinada a llegar a buen puerto, que el círculo se cerraba, pero no iba a ser así. Estuvo al frente del club cinco temporadas, un Torino en horas bajas.
Lo cogió en la Serie B, lo devolvió a la élite, pero su gestión distó de ser ejemplar. El equipo entró en crisis y dos temporadas después volvió a la segunda categoría.
October 16, 2017
Al término de la 2004-05 el Torino logró firmar el ascenso de vuelta a la Serie A. Se veía la luz al final del túnel, y la fecha no podía ser mejor, pues en 2006 el Torino cumpliría 100 años.
Y aquí es cuando todo se tuerce de nuevo. Se estudiaron las cuentas del Torino y la FIGC dictó sentencia: se vetó al club turinés de la Serie A. El Torino entró en bancarrota y quebró, teniendo que refundarse. Por suerte, pudo hacerlo ocupando su propia plaza en la Serie B.
El calvario de Attilio Romero no concluyó ahí. La Justicia Italiana le investigó y juzgó, encontrándole culpable de la bancarrota y quiebra del Torino, así como de fraude contra la Federación Italiana y de malversación de fondos. Fue condenado a una pena de dos años y medio de prisión en 2008.
El círculo se cerró, y el hombre que mató por dos veces al Torino se desligó definitivamente del club al que tanto amaba. Un amor que, visto en perspectiva, parecía condenado al fracaso desde prácticamente el nacimiento del desafortunado Attilio Romero.
May 6, 2019