La última revelación trata sobre Marcos Rojo, el futbolista argentino que el pasado verano de 2014 cambió el Sporting de Lisboa por el Manchester United.
El 75% jugador era propiedad de un fondo de inversión, Doyen Group, y militaba en el club luso, poseedor del 25% restante. Por lo visto, la empresa decidió venderle al Manchester United por 20 millones de Euros, y obligó al club lisboeta a hacerlo, al tener la mayoría de los derechos federativos del jugador.
Ahora, Doyen Group ha denunciado al Sporting de Lisboa por no pagarle esos quince millones que deberían haber ido a parar a las arcas del fondo de inversión. Por su parte, el Sporting ha denunciado a la empresa por obligarles a vender al jugador en contra de su voluntad, una práctica que infringe la política de traspasos de la FIFA.
El caso, ahora mismo, está en manos del TAS, pero es reveleador cómo las sospechas de los tejemanejes en torno a los jugadores propiedad de empresas ajenas a los clubes de fútbol resultan ciertas.