Había sido el mejor líder. En cuanto a puntos conseguidos (97) y goles a favor. Había sacado los puños durante todo el año. Pero el 2-1 de la ida recordó la vieja leyenda de los problemas que suelen tener los equipos riojanos para subir. Este equipo había roto moldes y este domingo rompió uno más.
Necesitaba un solo tanto para culminar el sueño y solo un tanto se vio en El Mazo. Curiosamente, ni siquiera tuvo que marcar, ya que fue Carlos Ramos, en propia puerta, quien hizo que brotara la alegría en el estadio de los riojanos.
Fue un encuentro de mucha tensión, propio de la resolución de una eliminatoria de campeones, y dejó a los zamoranos con la miel en los labios, si bien ahora tendrán la oportunidad de redimirse en las eliminatorias de repesca.
Los visitantes tenían el resultado a favor, aunque con ese asterisco del tanto encajado en casa, David Movilla disponía de todo su plantel al completo y ocho autobuses, más automóviles particulares, se habían desplazado hasta Haro para hacer historia en lo que va de milenio.
Lo cierto es que el partido resultó demasiado movido como para ver solo un tanto. Fermín Sobrón y Jon Villanueva, los cancerberos, tuvieron intervenciones más que oportunas.
Sobre todo tras el 1-0, que milagrosamente se mantuvo en pie. Incluso en el último minuto, cuando Hernández dispuso de una ocasión con el Zamora a la desesperada buscando el ascenso.
Pero no llegó, y fueron los locales los que festejaron en casa acordándose de cuánto lo merecían tras haber dispustado 13 de las últimas 14 fases de ascenso a la tercera categoría del fútbol.