Más por infortunio que por mal juego, Danilo se marchó de Balaídos peor de lo que llegó, que ya era difícil. El lateral brasileño vive sus horas más bajas desde que aterrizó en el Bernabéu a cambio de 30 millones de euros.
Lo que era un fichaje prometedor ha ido tornando en fiasco a base de desconfianza, malas actuaciones y una buena dosis de infortunio. Ante el Celta, contra el que estaba ofreciendo una buena imagen, un error de Nacho le condenó a un gol en propia puerta que terminó de cavar su tumba como jugador blanco.
La afición le tiene sentenciado y Zidane no puede hacer mucho más que compadecerle e intentar recuperarle para una causa para la que ayer quedó claro que no está Coentrao.
El portugués no jugó ni ante la necesidad extrema de laterales. Su pésimo estado de forma obligó al técnico francés a inventarse a Casemiro como central y acostar a Nacho en la izquierda. Todo por evitarle un bochorno a Coentrao y una presión desmedida a Achraf, al que quiere dar entrada en otro tipo de contextos más sanos.
Por último, Benzema gastó ayer otra bala para cambiar su situación ante el madridismo. La afición ya le pita, Zidane insiste con menos esperanza cada vez y Florentino, su gran protector, empieza a mirar para otro lado. Y no por pasar de él, sino por buscarle un sustituto.
El francés, qeu falló en la ida una ocasión clamorosa que habría cambiado el destino de la eliminatoria, volvió a pasar desapercibido y a perderse entre la gente. Pero eso en el Real Madrid no vale, sobre todo si estás llamado a protagonizar el ataque de uno de los equipos con más llegadas del planeta.
El bagaje de la Copa deja a tres futbolistas sentenciados, todos por la grada, y uno y medio por el entrenador, al que se le presenta una buena papeleta para intentar que, al menos Benzema, reconecte con el Bernabéu.