Toda la sucesión de decisiones extrañas respecto a la última jornada de la Liga de Rumanía solo podía empezar así: con un partido loco que empezó ganando el Craiova, que necesitaba la victoria para alzar el título.
Apenas se habían contado nueve minutos de partido cuando Nistor recibió en la frontal del área y armó un zapatazo con la diestra a la base del poste que no alcanzó a detener Arlauskis.
Un auténtico golpe de efecto en un partido que se había visto envuelto en todo tipo de rarezas. Empezando porque la UEFA pedía a la Federación que declarase el campeón antes de que comenzara el partido.
El Cluj, cuyo técnico Dan Petrescu dio positivo por COVID-19, arrancaba el partido líder de la liguilla por el campeonato con 46 puntos, mientras el Craiova era segundo con 44. Y para darle más sordidez al asunto, el organismo rector del fútbol rumano decidió colocar un formato de prórroga y penaltis en caso de empate.
Pero este encuentro solo podía ser una auténtica montaña rusa. Por ello, en el 36' apareció Paulo Vinícius para hacer la igualada en un partido que, como decimos, se podía ir a prórroga y penaltis si se mantenía la igualada al final de los 90 minutos... siendo un partido de Liga.
Y esa era la sensación al descanso, pero el Cluj conseguiría dar la vuelta al marcador a los 56 minutos de juego por mediación del defensa Kévin Boli.