No es ninguna novedad la excitación que le produce a Sergio Ramos besar las mallas. Protagonistas en numerosas portadas del éxito del Real Madrid, el camero abandona su área para castigar la rival con asiduidad.
Sin embargo, no todo es gloria en las incursiones del capitán blanco. Su tendencia a la heroicidad conlleva cierto peligro que, en ocasiones, es innecesario porque el guion no la exige.
Frente al Espanyol, Sergio Ramos se mostró especialmente activo en la parcela ofensiva. Desde el inicio, el central se paseó por la medular hacia la portería de Diego López en busca de su gol particular.
Aunque acarició el tanto en una soberbia intervención del guardameta 'perico', el defensa no dudó en subir en el minuto 93 cuando su equipo sufría para mantener el 1-0 ante un cuadro catalán ávido de empate.
Esta temporada suma tres dianas, pero hasta la fecha todas han sido desde los once metros. El capitán no dudó en coger el testigo de Cristiano Ronaldo en los lanzamientos de penaltis del Real Madrid.
La entrega, compromiso y sacrificio de Sergio Ramos es incuestionable, pero en el Santiago Bernabéu temieron que su ímpetu se convirtiera en imprudencia, cuestionando su forma de vida: puerta grande o enfermería.