El Real Madrid agradeció el tropiezo del Barcelona en Mestalla y ya manda en solitario en la Liga. Los de Zidane conquistaron Zorrilla, un feudo que se antojaba asequible, pero que se le terminó complicando mucho a los 'merengues'. Sin un juego brillante, solventaron la salida para situarse con tres puntos de ventaja en relación a un Barça que va hacia abajo en juego y sensaciones.
Mucho se lleva hablando en las últimas semanas del dichoso estilo. Que si el récord de pases, que si un juego más directo y vertical... El Real Madrid, ajeno al debate de la Ciudad Condal, sacó adelante otro partido en el que no jugó bien, pero tampoco mal. El Valladolid, uno de los equipos más correosos del campeonato, le exigió hasta el final, pero el nuevo líder sí supo hacer lo que no logró el Barcelona en su día 'off' en Mestalla.
No se puede decir que el Valladolid cambiara su planteamiento por respeto al Madrid. Los de Sergio, de hecho, cuajaron una más que aceptable primera mitad. Amagaron con una defensa de cinco que ya presentaron en Pamplona, pero se hicieron fuertes en un 4-4-2 en el que los cuatro de la zona medular eran jugadores capaces de destruir.
De Casemiro a Courtois
Ante semejante plan, al Real Madrid le costó encontrar el punto al choque. Pudo lograrlo antes si no hubiera existido un fuera de juego milimétrico en la primera acción de peligro del choque. La colgó al área Kroos y cabeceó a la red el multiusos Casemiro. ¿El problema? Que tenía el hombro adelantado.
La acción no pasó la reválida del VAR y fue lo único que pudo llevarse a la boca el equipo de Zidane en la primera parte. Los blancos estuvieron tan fríos como el clima de Pucela, no tiraron a puerta hasta el 39' y, así, lo normal era que los locales, más habituados, se aprovecharan de las circunstancias.
Más allá del 0-0, que duró casi hasta el final, el voluntarioso juego local solo encontró motivación en dos centros que se envenenaron, uno adrede y otro sin querer, y que tuvo que salvar Courtois para demostrar que está como mínimo a la altura de Casemiro. Míchel buscó el gol olímpico y casi lo consigue, pero Raúl Carnero a punto estuvo de encontrar el premio por puro azar.
El paso por las duchas reencontró al Real Madrid, que pareció entrar en calor tras acicalarse y pasó a dominar el partido tras la reanudación. También ayudó el Valladolid, que se sintió confortable con el 0-0 y fue concediendo terreno a su rival como en una partida de Risk.
La franja central de la segunda parte fue el mejor momento 'merengue' en el choque y, de hecho, hasta ahí pareció que iba a llegar la gasolina de los locales. Tras balas de fogueo de Casemiro, Benzema, Isco y otra del ariete galo, el Valladolid pareció encontrar un soplo de aire fresco con el carrusel de cambios.
Del córner al gol
Pero ahí, en las sustituciones, se le fue el partido a los blanquivioletas. Sergio volvió a pecar de conservador al retirar a Ünal por Óscar Plano, mientras 'Zizou' avisó de sus intenciones con la entrada de Lucas.
Fue en una acción aislada del gallego en la que encontró la solución al jeroglífico del partido el equipo 'merengue'. Encaró y forzó un córner, y la efectividad a balón parado del Real Madrid hizo el resto. A la segunda, Kroos encontró a Nacho, que cabeceó a la red.
No hubo tiempo para mucho más, a pesar de que el Valladolid quiso demostrar que no estaba muerto y se dejó la piel para tratar de lograr otro milagroso empate ante los blancos. Hasta en esos momentos estuvo frío el Real Madrid, que no logró domar el choque y concedió un gol a Sergi Guardiola que no subió a la red por otro ajustado fuera de juego.
El triunfo, de los que ganan ligas, que suelen decir, asienta al Real Madrid en la cima y manda un aviso a sus rivales del puente aéreo. La derrota, por el contrario, deja al Valladolid tocado. Pese a la buena imagen, acaba la jornada un punto más cerca del descenso y con la sensación de que la crisis de resultados puede ir a más. Mallorca será el termómetro real del equipo.