Ramsey, que tiene a sus espaldas 13 horas de viaje, llegaba el sábado a Oviedo con tiempo para apoyar a los suyos en el último entrenamiento en el Tartiere, ocasión que aprovechó también para reencontrarse con todos los que ya han hecho de la capital asturiana "un segundo hogar" para él.
"Tanto el club como la gente de Oviedo siempre te recibe de manera muy cálida y esa hospitalidad me hizo saber el primer día que no iba a ser mi última visita. Resulta sencillo enamorarse de la ciudad y establecer una fuerte conexión con el club", explica Ramsey.
El derbi de este domingo será el vigésimo partido del Oviedo que vive en primera persona este inglés -once como local y nueve de visitante-, y es que a veces las conexiones aéreas resultan más sencillas con los partidos a domicilio, algo que no iba a dejar que afectara a su presencia en el derbi tras perderse el de la primera vuelta en el Tartiere.
"Estuve aquí en octubre, y volveré en mayo. El mejor partido que he vivido es el ascenso en Cádiz, pero viví también los dos derbis del año pasado y tenía que venir a este aunque no hubiera vuelos directos", cuenta el oviedista.
Ramsey presume de "locura" entre los suyos porque, lo que comenzó con un artículo del periodista Sid Lowe y tres amigos suyos siguiéndole los pasos en la compra de acciones, acabó siendo una pasión compartida para el de Ipswich.
"Somos ya unos diez y cuando traigo a gente a Oviedo comienzan a entender por qué sigo así al equipo. Luego quieren volver y disfrutar también de esta locura", apostilla el oviedista, que tras el ascenso tiene más fácil seguir los partidos.
En la maleta, por aquello de tener que coger varios vuelos, Ramsey ha dejado el espacio justo para su bufanda e insignia favoritas, una camiseta retro del Real Oviedo que le llegará al hotel y lo más importante: los tres puntos del derbi que quiere llevarse de vuelta a Ipswich.