1962: el Mundial más violento de la historia

Las presiones de Sudamérica ante la FIFA por repetir sede en Europa durante dos años consecutivos surtieron el efecto deseado con la designación de Chile como país organizador para el Mundial de 1962. La exhibición de un jovencísimo Pelé cuatro años antes y la exhuberancia con la que su Santos se paseaba por el mundo había mantenido los focos en la Selección de Brasil de cara a esta cita.
El equipo se mantenía casi intacto. Garrincha, Vavá... el conglomerado de estrellas estaría presente en Chile, que le había arrebatado la designación a Argentina, que seguía clamando por montar una Copa del Mundo en casa, algo que tendría que esperar unos años más. Esta vez ya en serio, se impuso en la FIFA la alternancia de sedes entre Europa y Sudamérica. Al menos, hasta la apertura que significó el Mundial de 2002.
Va subiendo el nivel de los torneos
Las fases de clasificación eran una realidad bien instaurada por la FIFA. Aún se veían afectadas en algunos casos por las fricciones entre países o los problemas económicos, pero todo empezaba a ganar cierto aire de normalidad después de los convulsos años 50. España regresaba a un torneo en el que debutaba Colombia y que ya empezaba a tener en sus fases finales a selecciones con verdadero potencial para competir a todos los niveles. Sin duda, el cartel de favorito recaló en Brasil, que tuvo que superar diversos inconvenientes para poder revalidar título en Santiago.
El formato se mantenía con su fase de grupos inicial y sus eliminatorias a partir de cuartos de final. Colombia, URSS, Uruguay, Yugoslavia, Alemania Federal, Chile, Italia, Suiza, Brasil, Checoslovaquia, España, México, Argentina, Bulgaria, Hungría e Inglaterra conformaron el cartel de 16 selecciones que lucharían por el título en tierras chilenas.
Un duro terremoto y sólo cuatro sedes
El duro terremetoto que sufrió Chile dos años, dejando la friolera de más de 5.000 muertos, cambió un poco los planes iniciales y dejó a la organización con apenas cuatro sedes disponibles: Arica, Rancagua, Santiago y Viña del Mar. Aun así, todo siguió adelante y el Mundial se pudo celebrar con absoluta normalidad. Un 30 de mayo de 1962 la pelota echó a rodar para empezar a dirimir a los ocho equipos que alcanzarían los cuartos de final.
La URSS y Yugoslavia comandaron con puño de hierro el primero de los grupos, dejando fuera a Uruguay, que se quedaba fuera de las rondas finales por primera vez en su historia. Tras derrotar a Colombia (2-1), los charrúas hincaron la rodilla ante Yugoslavia (3-1) y la URSS en el partido clave (2-1). Aunque el dato más curioso de ese grupo lo firmó el cafetero Marcos Coll. El colombiano se convirtió en el primer jugador que marcaba un gol olímpico en la historia de los Mundiales. Para más valor, lo hizo ante uno de los mejores porteros del momento, Lev Yashin, la 'araña negra'. El duelo acabó 4-4, pero pasó a la historia gracias a ese tanto.
Con Suiza firmando otro Mundial intrascendente, Alemania Federal y Chile consiguieron el pase a cuartos tras dejar fuera a los helvéticos y a una Italia que protagonizó, además de otro fracaso, uno de los partidos más violentos que se recuerdan. La conocida 'batalla de Santiago' enfrentó a italianos y chilenos en todos los sentidos de la palabra. Los organizadores se llevarían el triunfo y el billete a cuartos con dos goles en el tramo final, pero el duelo estuvo marcado por las salvajes entradas que se vieron en él, con la Policía sacando del terreno de juego a varios jugadores en medio del partido.
La 'batalla de Santiago' y el Mundial de las lesiones
El encuentro se había calentado hasta el extremo por culpa de unas declaraciones de periodistas italianos en los que consideraban Chile como un país tercermundista e insultaban la belleza de las mujeres del lugar ("Dicen que Santiago se parece a Turín. Y ello tal vez para tratar de hacer olvidar la realidad de ésta capital, que es el símbolo triste de uno de los países subdesarrollados del mundo y afligido por todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria... Bajo estos aspectos Chile es terrible y Santiago su más doliente expresión, tan doliente que pierde en ello sus características de ciudad anónima. Este país y su gente están orgullosamente miserables y retrasados", afirmaron en un artículo). Motivo suficiente para que los italianos fueran recibidos en el estadio entre lanzamientos de piedras y todo tipo de objetos. Y eso que los italianos, conscientes de lo que les esperaba, saltaron al terreno de juego lanzando ramos de claveles blancos a la grada. Pero el plan no surtió efecto...
A los 12 segundos llegó la primera falta y a los siete minutos la primera expulsión. Ferrari vio la roja y tras negarse a abandonar el terreno de juego a modo de protesta, fue arrestado por la Policía. El partido no tardó en írsele de las manos a Ken Anston, el árbitro que acabaría inventando las tarjetas y que bien las habría necesitado en ese momento. Un auténtico combate de boxeo entre Mario David y Leonel Sánchez acabó con el italiano en la caseta. Curiosamente, ambos terminarían jugando juntos en el Milan años después y siendo buenos amigos. Ya con dos menos, el partido se acabó decantando hacia el bando local (2-0).
Pero el apartado de batallas campales no acabó ahí, ya que el duelo entre Yugoslavia y la URSS no terminó mucho mejor. Se contabilizaron hasta tres fracturas y varios lesionados más. Tal fue la violencia de los primeros días de competición en casi todos los partidos, que después de la segunda jornada ya se habían contabilizado más de 20 bajas por lesión.
Siempre Garrincha, el analfabeto imparable
De vuelta a lo meramente deportivo, Brasil acabó con las esperanzas de España tras remontarle en el partido decisivo un tanto de Adelardo. Un doblete de Amarildo en los últimos 15 minutos de partido mandó a los españoles para casa y mantuvo a los campeones en liza. De nada sirvió el milagroso gol de Peiró en el último segundo ante México. Checoslovaquia hizo lo propio en el grupo más complicado de la primera fase. Hungría e Inglaterra completarían los cuartos de final tras finiquitar las opciones de Bulgaria y Argentina.
Los ingleses serían víctimas de Garrincha en los cuartos. El brasileño, líder de la 'canarinha' tras la lesión de Pelé en el debut, anotó sus cuatro goles entre cuartos y semifinales para alcanzar el Pichichi y llevar a su equipo al segundo título consecutivo. Su condición mental había dejado de estar cuestionada desde 1958 y ahora era el gran valedor de la mejor selección del planeta. La vida... Chile acabó con la URSS (2-1) y Yugoslavia y Checoslovaquia sorprendieron a Alemania Federal y Hungría por la mínima.
Ya en semifinales, entre Garrincha y Vavá se bastaron para derrocar a Chile ante casi 80.000 espectadores en el estadio Nacional de Santiago. De nada sirvieron los goles de Toro y Sánchez para los organizadores, que se consolarían con la tercera plaza del torneo, su mejor resultado de siempre. Con Brasil en la final, sólo quedaba dirimir quién intentaría arrebatarle el doblete. Checoslovaquia superó a Yugoslavia y para acariciar uno de los mejores momentos de su historia. En la final, aguantaron con empate a uno hasta el descanso, pero los brasileños impusieron su mejor condición física y su calidad en los últimos compases del encuentro. Zito les adelantó en el marcador y Vavá sentenciaría el título a diez minutos para el final. 3-1 y segunda corona consecutiva para una Brasil que se confirmaba como la gran selección del momento y la gran dominadora de una Copa del Mundo que apuntaba ya hacia Inglaterra, la elegida para organizar el Mundial de 1966.