Llegó el día, una de las fechas más angustiosas en la vida de un futbolista profesional y un punto y aparte en el camino. No es fácil decir adiós, nunca lo fue, pero echando la vista atrás y recordando la carrera de Guiñazú no es difícil cambiar el llanto por una sonrisa.
"Es la decisión más difícil de mi vida porque lo único que sé hacer es jugar al fútbol. Me voy con una alegría inmensa. Jamás dormí tan bien como en las últimas dos noches. Algo me dijo que 'es hasta aquí, peladito. No fuerces nada", confesó el ya ex futbolista en su despedida, organizada en las gradas de La Boutique, campo de Club Atlético Talleres.
En el año 2000, con 19 años y después de tres en Newell´s Old Boys, Pablo Guiñazú dio el salto al Perugia italiano en un traspaso cifrado en seis millones de euros. Debido a su juventud y dado el alto nivel de los jugadores que por aquel entonces poblaban los estadios de Italia, el joven nacido en General Cabrera volvió a Argentina, a Independiente, y se proclamó campeón con el 'Rojo'.
Desde ese momento, vuelta a Newell's, aventura en el Saturn de Rusia, dos años y medios en Libertad y desembarco en Internacional de Portoalegre, donde se convirtió en uno de los ídolos de la afición, en su etapa más prolífica a nivel de títulos.
En 2010 llegó a ganar una Copa Libertadores junto al 'Pato' Abbondanzieri y a Andrés D'Alessandro. "Todo esto que estamos viviendo no tiene precio", señaló sobre ese período de su vida.
Después de algo más de un lustro, Guiñazú volvió a Asunción, a Libertad, jugó en Vasco de Gama y aterrizó finalmente en Talleres en 2016, en sus últimos cuatro años en la élite del fútbol.
Ascendió a la 'T' con 37 años, dos años y medio después y eliminados de la Copa Libertadores, este viernes dijo adiós al fútbol definitivamente y colgó las botas tras una carrera de ensueño.