Las rachas son traicioneras o esperanzadoras. Tienen unos efectos psicológicos muy curiosos en los jugadores, que tienen la presión de acabar con ellas o darles continuidad. Pero lo de los cántabros en las islas es algo más que eso: parece una maldición.
De las 15 ocasiones en las que se han enfrentado a los 'chicharreros' en su feudo, solo se han llevado la victoria en dos. La última fue hace 45 años; más en concreto, el 28 de septiembre de 1974, con un 1-2 en la cuarta jornada gracias a los goles de Zuviría y Óscar Bravo.
Ahora las cosas han cambiado mucho, han pasado décadas y los objetivos son distintos. Los dos planteles vienen en una forma algo baja: los canarios llevan tres derrotas consecutivas, y los del norte acumulan cinco partidos seguidos sin conocer la victoria.
Lo bonito del fútbol reside ahí: puede que una de las dos malas situaciones llegue a su final en el duelo que protagonizarán. Eso sí, siempre cabe la posibilidad de que todo termine en tablas, los jugadores se den la mano, y busquen mejorar en otros eventos.