El partido que se vivió en Son Moix es el claro ejemplo de lo que puede llegar a cambiar el fútbol en apenas un minuto. El Mallorca era equipo de Segunda en la penúltima jornada hasta que Abdón se vistió de héroe para rescatar a un conjunto bermellón que hizo estallar de alegría a los allí presentes a base de épica.
El cuadro de Javier Aguirre recibió al Rayo Vallecano y tuvo la mirada de reojo en lo que pasó en Cádiz. El cuadro amarillo y el balear eran rivales directos y entre ellos estaba la lucha por el descenso y la permanencia. Cuando el reloj marcó las 19:30 horas, los de Sergio González estaban fuera del infierno con dos puntos de ventaja.
Después de 90 minutos de fútbol, la historia es bien diferente. Al Mallorca solo le valía el triunfo y que los cadistas pincharan contra los de Ancelotti. Daba igual el empate o la derrota, ya que el 'goal average' era suyo. Y ese sueño de la victoria comenzó rápido gracias a la cabeza de Muriqi. El delantero kosovar hizo el primero tras un buen centro de Jaume Costa.
En ese momento, el Mallorca era de Primera, ya que Mariano adelantó a los blancos en el Nuevo Mirandilla. Los bermellones siguieron inquietando a los de Iraola, que estaban en la lona. El propio Muriqi tuvo otra clara, pero la defensa rayista estuvo muy rápida. Luego, Ángel protagonizó otros tímidos acercamientos.
El paso por vestuarios fue un cambio de mentalidad para el combinado madrileño, que salió en la reanudación con personalidad y con ganas de no dejarse pisotear. Y así fue como llegó el tanto del empate. A la hora de juego, Pathé Ciss saltó más que los defensores en el primer palo tras el saque de esquina y cabeceó a la red.
Un gol que volvió a meter a los mallorquinistas en el pozo del descenso. En la media hora siguiente, el fútbol vistoso pasó a un segundo plano y la bajada de ritmo se hizo notas con las interrupciones y los numerosos cambios. En uno de ellos, salió Abdón, quizás sin tener ni idea que se erigiría como el héroe de Palma.
El gol del Cádiz dejaba más sentenciado si podía el final del Mallorca. Eso, sumado a que los minutos pasaron sin piedad auguró un destino fatal para los de Aguirre. Pero la gloria siempre es mejor en el último instante. Y eso debió pensar Abdón. El delantero bajó con mimo una pelota en el segundo palo para rematar por bajo ante Dimitrievski.
La locura que se vivió en el terreno de juego fue exhuberante y los aficionados casi que no se lo creían. Los jugadores locales se fundieron en un abrazo, conscientes de que, en ese momento, todavía eran de Primera División. El pitido final llegó antes en Mallorca que en Cádiz, pero el empate de los cadistas dejaron la salvación a un pasito para los mallorquines.