Las grandes expectativas suelen dejar como secuela tremendas frustraciones. Y así parece escribirse el epílogo de la historia entre el delantero brasileño y el club galo. Y como los divorcios mal avenidos, toca echar números para ver cómo queda sellado todo.
222 millones de euros llegó a pagar en su día el PSG para firmar el fichaje más mediático de su historia. Ahora, en ningún caso se espera que el club que le dé acomodo-el Barça es el candidato más firme- pague una cantidad similar. Al Khelaïfi debe decir con cuánto se conforma para dejarle ir.
Porque el propio presidente del Paris Saint-Germain le abrió la puerta a su salida, y eso es una manera de admitir que pondrá facilidades para que se vaya un jugador con el que ha perdido la química vistas sus últimas declaraciones, incluido también su padre y agente.
A la espera de que el Barcelona, ahora mismo el mejor situado, sobre todo por el gran deseo de Neymar de volver al Camp Nou, convenza con su oferta, todo lo que se escribe estos días en Francia suena adiós. Es más, es hasta deseado.
Y el final, como la mayoría de finales, dejará un poso feo. Con Neymar declarando ante la policía por un presunto caso de violación, lesionado, protagonizando un triste episodio de pelea con un aficionado, criticando a los más jóvenes de la plantilla.
Y también con la relación del brasileño con su técenico, Thomas Tuchel, y con Kylian Mbappé, la otra gran figura del plantel, erosionada.
Todo ello, de hecho, eclipsa unos números maravillosos de Neymar con la camiseta del PSG: 51 tantos en 58 partidos oficiales, así como 26 asistencias en estas dos temporadas.