Prometió mucho en Europa, pero Alexandre Pato nunca llegó a dar el salto que se esperaba de él. Un delantero con un carisma especial que intentó triunfar en el Milan, pero nunca encontró su sitio. Ahora, el brasileño se abre de par en par en una entrevista sincera, transparente y que refleja muy bien cómo, en muchas ocasiones, el dinero no lo es todo.
Antes de llegar a Internacional, a Pato le lastraban las constantes lesiones: "Mi papá dijo: 'Doctor, este es mi hijo. No sé cómo pagar por esto, pero no quiero verlo dejar de jugar'. Entonces no sé qué pasó. Tal vez el médico pensó que estaba bien. Tal vez escuchó la voz de Dios. El médico dijo: 'No te preocupes, la cirugía correrá por mi cuenta'. Te lo digo, fue un milagro. Nunca olvidaré ese nombre: Paulo Roberto Mussi. Él me dio una nueva vida".
"La recuperación fue tan dolorosa, hombre. El banco de huesos no tenía el hueso que requería mi brazo, así que tuvieron que sacar uno de mi cadera. También tenía que volver cada seis meses al hospital de Pato Branco para controles. Una vez mi brazo se había vuelto verde. Yo estaba gritando '¡¡Más inyecciones, por favor!!'. Por suerte, pude volver a jugar. Fue entonces cuando fui aceptado por Internacional", siguió.
Reconoció, además, que se gestionó él mismo su llegada al Villarreal. "Luego volví a Corinthians, donde la gente estaba tratando de sacarme. Quería quedarme en Europa, así que hice algo que nunca antes había hecho. Llamé a Daniele Bonera, al que conocía del Milan y que jugaba en el Villarreal. 'Bone, ¿crees que estarían interesados?' Bueno, el entrenador, Marcelino, me ofreció un trato y me fui a España. ¡OPA! Yo había diseñado mi propia transferencia. Contactos. Relaciones. Así funcionaba el juego. Ese fue un punto de inflexión para mí. Todos estos años había estado actuando como si todavía fuera ese niño en Internacional. A los 27 me di cuenta de que tenía que cambiar. Tuve que poner en mi propio acto. Tenía que hacerme cargo de mi propio destino", reveló.
"Lamentablemente, el Villarreal no funcionó, pero el Tianjin Tianhai fue una revelación. Cuando fui a China, rompí con mi novia y me mudé allí con un amigo. ¿Por qué? Para conectarme con mi yo interior. Nunca había tenido tiempo de mirar el panorama general. Ahora estaba como, Espera un minuto, ¿qué me gusta? ¿Qué me importa?", continuó.
Por último, no dejó escapar la oportunidad para hablar de la salud mental: "Empecé a centrarme en la salud mental y las relaciones. Vi a un terapeuta. Aprendí a encontrar la felicidad en el trabajo duro. Todavía me estaba divirtiendo, pero estaba tratando el fútbol como un trabajo, ¿sabes? Asumí la responsabilidad de todos los aspectos de mi carrera. En Milán había pasado el primer año sin hablar italiano. En China aprendí sobre la comida y la cultura de inmediato. Incluso estaba sirviendo arroz y fideos en mi apartamento".