La zaga de Osasuna desplegó una alfombra de color rojillo para un Villarreal que sumó a los regalos del rival una buena actuación coral. Se la dedicó a un actor que ni siquiera estaba en el campo.
Mientras Escribá lo veía desde la grada por su expulsión ante el Madrid, Asenjo, otra vez víctima del infortunio, lo disfrutaba desde su casa. El 1-4 le fue dedicado íntegramente al guardameta tras su lesión de rodilla.
Tampoco ofreció su mejor actuación Sirigu, al que se le escapó un balón de Bakambu y no pudo hacer nada ante el inmediato remate de Soriano. Primer mazazo, y no habían pasado ni dos minutos.
Osasuna le echó algo de coraje tras el 0-1, pero volvió a mostrar una evidente falta de recursos ofensivos. Oriol Riera y Sergio León inquietaron de forma individual. Demasiado poco ante un Villarreal bien plantado.
El segundo tanto cayó por su propio peso. Con algo de suspense y también mala suerte, porque Sirigu paró el primer intento de Soldado. González González no le había dado orden para tirar, le enseñó amarilla al punta y lo mandó a repetir. No falló el segundo penalti.
Tras el descenso, Sergio León, el más incisivo en el bando rojillo, hizo soñar brevemente con una utópica remontada. Fue objeto de penalti y Roberto Torres no falló. El 1-2 habría abierto un nuevo escenario de no ser por la propia zaga de Osauna.
Y eso que se le invalidó un gol legal a Bakambu, pero Santos Borré, que había salido por Soldado, anotó en dos jugadas prácticamente seguidas y calcadas: error de posicionamiento, nulo entendimiento y gol del colombiano. Fácil para el Villarreal, casi imposible la salvación para Osasuna.