El Cádiz es líder incluso sin querer. En el encuentro ante el Rayo, se mereció perder, pero acabó incluso a un solo paso de remontar. ¿El motivo? Su rival fue superior de forma lúcida hasta el minuto 85, cuando un error defensivo propició el gol del empate.
No hizo falta ni que pasaran los típicos minutos de tanteo para que fuera obvio que mandaban los de Paco Jémez. Los andaluces estaban siendo fieles a su táctica, pero no les estaba funcionando. Todas sus contras acababan bien sin peligro o bien en fuera de juego.
Y no era por casualidad. Los vallecanos supieron cómo tomarles el pulso a sus rivales para malograr su forma de jugar. También a la hora de atacar, pues sus posesiones servían para generar disparos peligrosos o poner en apuros a la zaga con buenas combinaciones.
Lo único que detuvo el implacable dominio madrileño fue que, al borde del descanso, el duelo se puso bronco. El colegiado sacó tres tarjetas amarillas en dos minutos. La última de ellas, totalmente injusta, pues se la mostró a un Advíncula que ni tocó a Quezada cuando este se lesionó.
Tuvo que llegar el premio en la segunda mitad. El Rayo le dio al Cádiz de su propia medicina con una gran contra en la que Andrés y Trejo se entendieron a la perfección. Fali no fue capaz de frenar al '8' dentro del área y este batió con el exterior a David Gil.
Desde entonces, se sucedieron varias posibles sentencias que los de Paco Jémez dejaron pasar. Y lo pagaron caro. En una jugada aislada, Alejo aprovechó el lío que se hizo la defensa rayista para recibir un pase en largo por alto, pasárselo a Álvaro y que este superara completamente solo a Dimitrievski.
El gol dio un vuelco al partido y desquició al Rayo. El Cádiz se vino arriba para remontar aprovechando la grieta y Montiel se pegó un tiro en el pie haciéndole falta al Choco en una contra clara. El colegiado le sacó la roja directa -podría habérsela ahorrado, ciertamente- y dejó a los visitantes con uno menos.
Pero no llegó la diana del triunfo. Los vallecanos pasaron de superar totalmente al líder y hacerle claudicar en casa a vivir con tensión los últimos momentos del duelo por si, en vez de escapárseles dos puntos, se les escapaban todos. Buen sabor de boca para los de Cervera, que cosechan un empate que no se merecieron.