Donde Ramos alcanzó el 'Valhalla'

Miguel Moreno hace 6 años 20.5k
La historia dorada de Ramos en el Real Madrid está muy ligada al Bayern de Múnich. EFE

Las historias de los héroes están escritas con la sangre de las derrotas y el orgullo de los triunfos. No hay leyenda que no haya pisado el barro alguna vez en su carrera. La historia de Sergio Ramos y el Bayern es la de la redención tras las lágrimas. La de un vikingo alcanzando el 'Valhalla'.

El Salón de los Caídos ('Valhalla' en la mitología nórdica) era el recinto al que llegaban las almas de los guerreros muertos en combate. Allí se reunían con Odín para preparar el 'Ragnarök', la batalla del fin del mundo, el momento más importante de la historia para los nórdicos. El tránsito trataba de un viaje desde el mundo terrenal hacia la gloria. Una reencarnación. Lo que Ramos vivió el 29 de abril de 2014 en Múnich.

La historia del camero es la de un sevillano que con 19 años se atrevió a dejar su casa para enfundarse la camiseta del Real Madrid. Llegó como un chaval sin experiencia pero con mucho por delante. Si bien heredar el '4' de Fernando Hierro causó buenos augurios sobre su futuro, la mayoría de madridistas no pudieron imaginar que ese defensa que debutó bajo las órdenes de Vanderlei Luxemburgo acabaría marcando una época en Concha Espina.

Desde que llegó, siempre fue evolucionando. Pasó de ser un lateral derecho polivalente a afianzarse en el centro de la zaga, con el brazalete de capitán que le cedió Casillas al marcharse, como uno de los mejores defensas de los últimos años. Los éxitos a nivel colectivo llegaron tarde para él, que tan sólo levantó dos ligas y una Supercopa de España en sus primeras cinco temporadas. Y de la mano del éxito conjunto, que llegó tras el aterrizaje de Mourinho en Madrid, Ramos comenzó a forjar su leyenda.

La madurez de la mano de un portugués

La incorporación del técnico luso supuso un cambio radical en su carrera. Fue 'The Special One' quien apostó por él como un fijo en el centro de la línea trasera y el experimento funcionó tanto que ocupó esa misma posición en la Selección Española tras la retirada de Puyol. En 2010, cuando el Madrid conquistó la Copa del Rey en una final frente al Barcelona que se fue hasta la prórroga, empezó a aflorar el carácter de Ramos.

El que nunca se escondía, el que lo daba todo por el equipo y el que asumía todo el peso del escudo, ese comenzó a ser el '4' blanco. Pero esa toma de galones y ese aumento de responsabilidad le llevaron a uno de los momentos más recordados, de manera negativa, de toda su carrera.

El 25 de abril de 2012, el Madrid se jugaba en el Bernabéu alcanzar 10 años después una final de Champions League. El Bayern, casualmente dirigido por Heynckes, llegó a la capital española con una renta de 2-1 a favor, pero un doblete de Cristiano, contrarrestado por un tanto de Robben, forzó la prórroga.

Los 120 minutos acabaron sin vencedor y la suerte se quedó a merced de los once metros. Cristiano y Kaká fallaron los dos primeros lanzamientos que sí anotaron Alaba y Mario Gómez. Xabi Alonso aprovechó su lanzamiento y Kroos, en el Bayern por aquel entonces, falló, dejándole a Ramos la responsabilidad de comenzar la remontada. El camero no confió en sí mismo y con una carrerilla pausada, mandó el balón al cielo de Madrid. Un fallo que acabaría decantando la semifinal a favor del Bayern de Múnich.

Tocó fondo con ese lanzamiento. Cayó en combate y los suyos hicieron lo propio, pero de su mano. Se atrevió a tirar el considerado penalti más complicado (el cuarto) y falló al escudo. El Bernabéu no le recriminó nada, pero él a sí mismo lo debió hacer. El presente no le trató bien, pero Ramos no sabía que le aguardaba una historia dorada que él mismo escribiría.

Redención hacia Valhalla

Dos años más tarde, otra vez Bayern y Madrid se volvieron a citar con una final en el horizonte. La ida se decidió por un solitario gol de Benzema que si bien era una buena renta al no haber encajado en el Bernabéu, no parecía suficiente para hacer frente al Bayern de Pep Guardiola. Ramos, de nuevo contra el Bayern. De nuevo contra la historia de una competición que tiene al Madrid como alumno aventajado, pero que desde 2002 no veía cómo conquistaba el trono europeo.

Las sensaciones eran las mismas que dos años antes. El Madrid arrasaba en Europa y tenía ansía por tocar el cielo del 'Viejo Continente'. Casillas portaba el brazalete, Ramos hacía de segundo líder y Cristiano, Benzema y Bale en el mejor año de la 'bbc' amenazaban el imperio bávaro.

Pero no fue ninguna de las estrellas del tridente, tampoco Di María ni Modric. No fue Xabi Alonso a balón parado, no. El hombre que metió al Madrid en semifinales en la primera mitad con un doblete en cuatro minutos fue Ramos. El héroe caído dos años atrás en el Bernabéu se levantó y saltó al cielo de Múnich en dos ocasiones para colocar un 0-2 antes del minuto 20 que acabó maquillando Cristiano con otro doblete.

Dos años de viaje para que el alma blanca de Ramos llegara al 'Valhalla' desde Alemania. Allí, como un héroe, se preparaba para el 'ragnarök', la batalla definitiva: la final de Lisboa contra el Atlético de Madrid.

Odín madridista

Los blancos se jugaban volver a reinar en Europa contra su vecino en duelo inédito para una final europea. Era la revolución de Simeone la que tenía enfrente. El equipo que había eliminado a gigantes como Barcelona y Chelsea. El equipo que se puso por delante en el marcador en la primera mitad con un gol de Godín.

Mientras el minutero engordaba, el partido se convirtió durante la segunda mitad en una prueba a contrarreloj para el Madrid. Cada minuto que corría eran 60 segundos menos para ver a su eterno rival levantando esa copa que llevaban buscando más de una década. La 'Décima' se escapaba hasta que Ramos cerró el círculo.

El Madrid se despidió de una final por su penalti a las nubes, pero dos años más tarde consiguió llegar al último 'stage' gracias a un doblete inolvidable. Era demasiado camino para acabar en un callejón sin salida y Ramos se impulsó hasta el cielo, hasta el 'Valhalla' al que llegó semanas antes en Múnich, para forzar la prórroga y pasar a la historia como el héroe de la 'Décima', el Odín del 'ragnarök'.

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