Invicto pese a las heridas

Enrique Salvatierra hace 6 años 27k
El Barcelona esquivó la bala del Valencia. EFE

No hay receta que ayude a olvidar, pero el Barcelona consiguió derrotar al Valencia para acercarse al título y mantener su espectacular registro de 39 jornadas de Liga sin perder, 32 en una misma temporada. Recital de paradas de Ter Stegen y buen partido de Coutinho, que repartió dos asistencias.

Hay heridas que pueden infectarse si no se curan bien. La que sufrió el Barcelona en Roma era de las feas, de esas a las que hay que dar seguimiento porque pueden complicarse tontamente. Una eliminación europea siempre duele, pero cuando casi no te la esperas, suele dejarte en 'shock'. Y así saltó el equipo de Valverde al terreno de juego, con la cabeza aún dándole vueltas a la debacle del martes. Pasó el trago el equipo azulgrana, que tiene la Liga en su mano y la final de Copa a la vuelta de la esquina.

Marcelino lo tenía claro y apretó desde el inicio la salida de balón del Barcelona. La idea era prolongar la sensación de agobio y malestar con la que abandonaron Roma. Sufrió el Barça, que se agarró a Ter Stegen para sobrevivir a las acometidas de un Valencia que hacía daño con la velocidad de Santi Mina y el desborde de Guedes. Le faltó la guinda de Rodrigo, que tuvo hasta cuatro ocasiones claras para marcar. Nunca pudo superar al frontón alemán que estuvo hoy enfrente.

Mientras el Valencia fallaba, el Barça intentaba tejer su fútbol con Iniesta y Coutinho. Messi seguía regulándose y fue el brasileño el que llamó a las musas para inventarse el 1-0. Frotó la lámpara y de un chispazo recuperó la conexión que tanto le dio al Liverpool hace unos años. Leyó el desmarque de Suárez como el que lee un libro por quinta vez, capaz de recitarlo de memoria. Pase maravilloso para que el uruguayo definiera por el palo corto.

El gol no cambió la película, pero sí dio el efecto de una tirita a un Barcelona con demasiadas heridas. La tempranera amarilla de Piqué convirtió las arrancadas de Guedes y Mina en un problema. Tardó cinco minutos en levantarse de la lona el Valencia, pero cuando lo hizo volvió a probar a Ter Stegen, que esta vez se ayudó del larguero para arreglar su exceso de confianza en la salida del balón. Regalo a Parejo y mano salvadora ante Rodrigo, amargado a esas alturas.

El Valencia se fue al descanso sin tener mucha constancia de lo que había hecho mal para ir perdiendo. Eso le dio seguridad y le permitió salir en la segunda parte con la misma intensidad que la primera. Kondogbia y Parejo maniataban a Busquets, pero el Barcelona volvió a encontrar una rendija para ampliar su ventaja. Un saque de esquina de Coutinho permitió a Umtiti rematar en el primer palo y sorprender a Neto. Casi por inercia, el Barcelona mandaba 2-0 en el marcador ante un Valencia que acumulaba fácilmente el doble de ocasiones.

El exceso de ganas de Dembélé

Esta vez tardó más en levantarse el equipo de Marcelino y Coutinho, Iniesta, Messi o Suárez rozaron el tercer gol. Todo parecía resuelto hasta que el exceso de ganas de Dembélé volvió a jugarle una mala pasada. El francés, superado por la ansiedad de hacer mucho en poco tiempo, acabó arrollando a Gayá dentro del área y permitiendo a Parejo marcar con la ayudita cómica de un Ter Stegen que adivinó la intención, pero no su estirada y el balón se le resbaló por el costado para convertirse en el 2-1.

Las heridas de Roma empezaban a sangrar de nuevo. Denis Suárez falló un mano a mano claro en un sorprendente sprint de Messi, ya en el añadido. No estuvo muy enchufado el argentino, que en palabras de Valverde, sigue sabiendo regularse. La final de Copa está a la vuelta de la esquina y la Liga está resuelta. Aunque Zaza pudo darle emoción, pero su cabezazo en el área pequeña se marchó desviado.

El Valencia murió de pie, consciente de que la tercera plaza volvería a escapársele, mientras que el Barcelona empezó a suturar las difícilmente curables heridas de Champions. El invicto ayuda y ahora van a por el antibiótico de la Copa, aunque aún tendrá una prueba intersemanal para batir otro registro histórico. En fútbol, el que no se consuela es porque no quiere.

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