Ronald Koeman ha sido la chispa que ha iniciado la necesaria revolución en el FC Barcelona. La limpia en el vestuario se ha iniciado bajo las órdenes de un técnico neerlandés que, en todos los sentidos, está demostrando que no le va a temblar la mano a la hora de tomar decisiones.
La salida de Quique Setién, que sustituyó en su momento a Ernesto Valverde, y la llegada al banquillo de Ronald Koeman hacían presagiar un cambio de rumbo más que evidente en el manejo de la plantilla del FC Barcelona. Se acabó la mano blanda.
El entrenador neerlandés aterrizó en el Camp Nou con las ideas muy claras y sabiendo que la entidad azulgrana, entre otras cosas, le trajo para iniciar una limpia más que necesaria en un vestuario acomodado con los años.
El que fuera seleccionador de Países Bajos de inmediato dejó claro a la dirección deportiva que no contaba con ciertos jugadores y alguno de los mismos ya está prácticamente haciendo las maletas.
El de Luis Suárez es el caso más evidente. Desde el primer día le dijo al charrúa que no entraba en sus planes y ahora el atacante está a un solo paso de marcharse rumbo al Atlético de Madrid. También le ha dejado claro a Riqui Puig que tendrá muy difícil tener minutos, aunque el canterano se ha quedado para pelear por los mismos.
Con anterioridad, otros jugadores como Ivan Rakitic o Arturo Vidal ya dejaron oficialmente el club. También Semedo está fuera del mismo a falta de la oficialidad de su traspaso a los Wolves. Toda una revolución que ha podido comenzar con la llegada de Ronald.
Además, tal y como señala 'AS', el héroe de Wembley en 1992 no le ha temblado la mano tampoco a la hora de apostar por otro sistema táctico diferente al tradicional 4-3-3 típico del club en las últimas décadas.
El 4-2-3-1 será de inicio el sello de Koeman durante sus primeros duelos en el banquillo, con De Jong, Pjanic, Ansu Fati y, claro está, Messi en el papel de referentes. En ese esquema podrían aparecer igualmente jugadores como Dest (se habla de un acuerdo con el Ajax) o Depay, una petición del técnico para el ataque que la directiva trata de cerrar.
Y es que Ronald sabe que, con unas elecciones presidenciales a la vista (y puede que una moción), solo tenga un año en el Camp Nou. Y el neerlandés quiere aprovecharlo al máximo y dejar su impronta.