Tras estrenar su segunda etapa en el Milan, Zlatan Ibrahimovic ofreció sus primeras declaraciones. No marcaron ni él ni su equipo, algo que le dejó bastante satisfecho, pues quería "señalar a Dios" en su celebración. Huelga explicar a quién se refería con Dios...
Poco más de media hora. Que le dio para rozar en un par de ocasiones el tanto que habría dado al Milan la victoria el día que volvía pintarse de 'rossonero', pero no para conseguirlo. Así que la vuelta a San Siro llegó con una espinita para el sueco.
"Sentía adrenalina, emoción, he vuelto atrás diez años. Quería marcar y señalar a Dios bajo el fondo", comentó Ibra, aludiendo a un gesto lleno de egolatría, como suele ser habitual en él, el día en que le eclipsó Cristiano Ronaldo.
Aun así, le dejó muy satisfecho el recibimiento de la hinchada lombarada: "La relación con los hinchas siempre es bonita, me da mucha motivación. Ahora toca sufrir. Los 'tifosi' no están contentos, los resultados no son positivos. Trabajemos y pensemos en positivo".
Más agrio se puso para señalar los problemas que ya empieza a detecar en el Milan, incapaz de hincarle el diente a la Samp. "Se nota que nos falta confianza y malicia de cara a la portería. Hay que entender qué hacer para que el equipo saque su mejor cara. Llevo apenas cuatro días aquí, veremos. Falta confianza, eso sí", analizó.
Su mejor socio en el partido contra la Sampdoria fue Rafael Leao, con quien hizo buenas migas y al que, según sus palabras, aleccionó sobre el campo: "Le expliqué los movimientos que debe hacer, todo suma experiencia".