Parece que la vida sigue igual para este Milan, incluso tras la llegada de Zlatan Ibrahimovic. El sueco no sirvió de revulsivo para un equipo que, por momentos, desaparece del partido.
"Juntos por un nuevo objetivo: bienvenido, Ibrahimovic". Con esta pancarta, la afición de San Siro acogió de nuevo a la nueva estrella del Milan. Pero hará falta algo más que un jugador para romper la dinámica de este equipo.
Un Milan que no es capaz de dominar los partidos, y este lunes se vio. La Sampdoria tuvo maniatado a su rival durante buenas partes del choque y Donnarumma salvó a los suyos.
Ranieri se veía obligado a quitar a Ramírez por lesión y dio entrada a De Paoli. Por el Milan, Suso y Theo fueron de lo más peligroso en un equipo que solo suma 16 goles en 18 partidos de Serie A, con un balance goleador de -8.
La preocupación en San Siro es monumental, más si se tiene en cuenta que Europa queda lejos, a siete puntos con este empate. Entre tanta polémica tras su llegada, Piatek, sobre quien se rumorea su salida, dejó su hueco a Ibrahimovic y el partido pareció cambiar.
Su capacidad de asociación no ha cambiado tras su paso por la MLS. Ibra sigue acaparando el mismo juego, y llegó a tener la mejor oportunidad del Milan: cabezazo en el área pequeña que sacó Audero en boca de gol.
Cambió la dinámica del encuentro a un color más 'rossonero'. El Milan comenzó a llegar con más hombres, pero el escaso acierto de jugadores como Suso, Paquetá o Çalhanoglu ampliaron la congestión en San Siro. No fue suficiente con un Ibra que, eso sí, ha llevado un carro de ilusión a San Siro.