No ha sido su partido. 'Fallón' como empieza a ser costumbre esta temporada, el uruguayo está negado de cara al gol. Lo sabe, y eso le provoca una ansiedad contraproducente.
Cuando vio que él era el elegido para el cambio, su gesto se tornó serio. El Camp Nou le ovacionó, pero él no estaba para elogios. Seguro que ni lo escuchó. En su cabeza aún resonaba el '¡uy!' de todo el estadio en su fallo previo.
No agradeció los aplausos, se limitó a chocar las manos con Alcácer y se fue al banquillo. No saludó a nadie más. Ni a Valverde, ni a sus compañeros. Antes de sentarse, la ritual patada a la botella, que sufra ella su frustración.
Suárez debe lidiar con esta ansiedad y su mal humor, porque juega claramente en su contra.