Anduva fue otro campo de minas que está convirtiendo el sueño del Recreatico en una prueba de quilates. Tras el palo de caer en la ruta de los campeones, el primer asalto de semifinales fue una sucesión de impactos que no lo deja en la lona, pero sí tambaleando de cara a la vuelta.
El Mirandés, más que mejor, fue un buen prospector. Debe celebrar su inteligencia emocional, su estajanovismo y su saber estar en un choque que se le puso de cara muy pronto, en su primer tiro a puerta. Hugo Rama la enganchó en la frontal, sorprendió y, de algún modo, el partido pareció haber nacido ya con el 1-0.
Lejos de acusar el impacto, el Recreativo dio un paso adelante. A lomos de Caye, un delantero que pide a gritos jugar en superior categoría, se animó bastante. Pero no era el día de Iago Díaz, que perdonó por duplicado la igualada.
El equipo de Borja Jiménez, muy junto en torno a un multiplicado Guridi, guardó la ropa demasiado pronto. Eso sí, después de que Diego Jiménez sacara bajo palos el 2-0, recuperó el timón del choque para jugar bastante a gusto.
Al equipo onubense no le quedó otra en la reanudación que porfiar y soltarse un poco el nudo de la corbata. Y volvió a tomar el control. Especialmente desde el ingreso de Quiles, quien se convirtió en un socio perfecto para Caye. Entró en modo Atila.
De hecho, en dos minutos resultó vital para forzar hasta cuatro ocasiones que volvió a poner en la lista de errores el cuadro blanquiazul. A balón parado, donde hizo daño el Decano, la tuvo Israel Puerto. Luego Quiles creó otras dos, pero nada de nada.
La desesperación y la fatiga fueron atemperando el asedio, del que salió el Mirandés en los miniutos finales apropiándose de nuevo del cuero.
El Recre se quedará en la vuelta sin dos defensas que se lesionaron, Diego Jiménez e Isreal Puerto, pero será en ataque donde tendrá que trabajar más. Si la puntería le acompaña, encontrará la grieta que necesita en un Mirandés que demostró su solvencia como muro.