Bale, 130 millones para empezar a hablar

Por menos de 130 millones el Madrid no se sentará a la mesa para negociar la venta de Bale. Es el precio de salida que la entidad 'merengue' le ha puesto al galés, que puede estar cumplimentando sus últimos partidos vestido de blanco. En el club valoran el mercado del ex del Tottenham, aunque su agente continúa jugando al despiste con su futuro.

Los objetivos del Madrid son claros. Hazard, Pogba, Eriksen... la nómina es extensa. Ningúno barato, por cierto. Por ello, en el club son conscientes de que toca aligerar una plantilla que este año no ha estado a la altura. Habrá salidas y alguna de ellas puede ser sonada. El caso de Bale, uno de los más especiales.

Porque la confianza depositada en él fue enorme, sobre todo esta temporada. La marcha de Cristiano dejó vía libre al 'expreso de Cardiff', que cerró el pasado curso siendo el héroe de Kiev. Su chilena le quitó todas las papeletas que tenía para marcharse, pero su evolución ha sido nula. De hecho, sus números son de los peores como madridista.

38 partidos, 27 titularidades, 14 goles y cinco asistencias. Es el resumen numérico del curso de Bale, al que Zidane no aseguró su continuidad públicamente. Con el francés, el '11' fue suplente durante buena parte de la 2017-18. Incluso dejó alguna frase con tintes polémicos sobre su relación con el técnico. De ahí que la simbiosis no exista.

En el Madrid entienden que los 130 millones que piden por Bale se ajustan al mercado. Los 29 años del futbolista no se estima como un problema, aunque sí lo podrían ser su salario y sus continuas lesiones. Casi 30 millones brutos cobra Bale, una cantidad que muy pocos equipos pueden asumir. En Inglaterra -sobre todo el United- no le pierden la pista.

De marcharse finalmente, Bale lo hará con 14 títulos debajo del brazo: cuatro Champions, una Liga, una Copa, una Supercopa de España, tres Supercopas de Europa y cuatro Mundiales de Clubes. Además, dejó goles inolvidables en finales (Copa de 2014, Champions del mismo año o en Kiev, en 18). Sin embargo, el poso que queda es que nunca llegó a cumplir con las expectativas.