Que un encuentro europeo tenga prórroga implica emoción. Y en suelo checo se dieron muchísimos condicionantes para ello. Parecía difícil, pero los azulgrana fueron capaces de igualar la eliminatoria, que venía muy cuesta arriba de Portugal.
El Viktoria puso toda la carne en el asador y pronto encontró el camino. Bakos, el héroe local, anotó a los cinco minutos de cabeza para empezar a hacer soñar a los checos. El Sporting, abrumado, no llegó a entrar en el partido en toda la primera mitad.
La reanudación obligó al Viktoria a abrir líneas. Casi por inercia, el Sporting encontró huecos para la contra. Una de ellas, bien conducida por Bruno Fernandes, acabó con claro rechace para Acuña. Con todo a favor, mandó el tiro a la madera. Le llegó un segundo, en mejor posición aún, y la mandó arriba increíblemente.
Era una de esas jugadas que creaba la duda de si se iba a arrepentir su equipo. Y bien que lo hizo. Porque minutos después, Bakos apareció por el primer palo para adelantarse a la zaga y batir por bajo a Rui Patricio.
Se creó una particular guerra fría. Unos pedían la prórroga para relajar pulsaciones, otros para coger aire.
Hasta que un claro derribo en el tiempo de descuento a Bruno Fernandes puso la clasificación en bandeja para los lisboetas. Con 'paradinha', Dost lo disparó al centro de la portería. Hruska lo salvó in extremis, si bien Bruno Fernandes estuvo vivo para coger el balón suelto. Un mal control y un disparo arriba llevaron a la prórroga.
Ahí se acercaron algo más los lusos hasta que en el tiempo añadido de la primera mitad Battaglia cabeceó en el primer palo un saque de esquina de manera inapelable.
Necesitaban dos goles y nuevos pulmones los checos, que ni siquiera murieron en la orilla.