Pocas actuaciones han sido tan efectivas como la de Bélgica, aun perdiendo, en la segunda jornada de la Eurocopa Femenina. Se vio las caras con una Francia imperial que estuvo mucho mejor y que ganó justamente, pero, de no haber dejado plantada a su propia capacidad para resistir atrás y exprimir sus mínimas opciones arriba, quizás hubiera dado la sorpresa.
La victoria de las galas se dio por 2-1, un marcador que no hace justicia a su superioridad en el terreno de juego. Manejaron la posesión y los tiempos de principio a fin. Todas las ocasiones, ya fueran intentonas peligrosas o llegadas sin mucha mordiente, estaban de su lado en lo que las belgas se centraban en cubrirse de acometida tras otra.
Aunque dos goles decoraran su pase a cuartos de final, que ya es matemático, pudieron ser muchos más. Diani abrió la lata pronto, en el minuto 6, con un gran remate de cabeza a la altura del segundo palo. Estaba muy cerca de la cancerbera rival, Evrard, y la batió con un testarazo picado que también salvó la presión de la zaguera más cercana, Philtjens.
Esta jugada o este tipo de jugadas en general fueron una parte importantísima del encuentro, pues lo aéreo estuvo siempre del bando francés. Por mucho que Bélgica se mostrara con una capacidad de aguante notable ante las posesiones profundas contrarias, exhibía demasiadas carencias cuando los balones venían colgados y no por abajo.
Renard, capitana gala, acabaría llevando a cabo un error garrafal que privó a las suyas de la sentencia, pero, antes, brilló justamente por lo que se repasaba anteriormente, por aprovechar los fallos belgas en el juego aéreo. Cada vez que acudió a ayudar en saques de esquina, logró conectar cabezazos que, eso sí, quedaban en nada.
Ante esta falta de resolución ante la meta para poner el segundo tanto, las visitantes a ojos del marcador aprovecharon para creer en sus contras y obtuvieron premio. En su único disparo a puerta del choque, de Cayman, que recibió un pase soberbio en profundidad de Wullaert, se metieron en el partido. La definición de su '11', de circunstancias, con la puntera de la bota.
Solo así despertó Francia de la rutina de dominar sin encontrar puerta para ponerse de nuevo por delante, cinco minutos después, por mediación de Mbock Bathy. Sin complicaciones, remató hacia arriba, con la testa, un centro a media altura de Clara Mateo y lo convirtió en el 2-1. Especialmente brillante su asistente, que amagó un par de veces a un costado del área antes de servir un cuero teledirigido.
De nuevo por detrás en el luminoso, las belgas perdieron el fuelle que impulsaba sus pocas opciones en la primera mitad, y se desinflaron conforme el cansancio atenazó las piernas. La segunda parte, similar a la anterior pero con las de Ives Serneels sin capacidad de respuesta, terminó de evidenciar la superioridad francesa.
De hecho, hubo una clara opción de firmar el tercer gol, pero la capitana Renard la tiró por la borda. Por una mano de Tysiak -desastrosa actuación de la '4', que entró desde el banquillo, cometió una falta, esta infracción por mano y acabó en las duchas antes de tiempo por dos amarillas-, dispuso de un disparo de penalti que Evrard detuvo abajo a la izquierda.
En el rechace, que le regaló una oportunidad de anotar frente a una portería totalmente vacía, se le fue el chut a un lado y confirmó que el triunfo de las suyas no iba a ser tan holgado como el dominio del choque podría haber generado. En todo caso, no supone esto ningún problema: Francia está, matemáticamente, en cuartos de final de la Eurocopa.