Blokhin tuvo la mala fortuna de nacer en Kiev en 1952. Si lo hubiese hecho décadas después, tras la caída del telón de acero, hubiese protagonizado uno de los grandes fichajes de la época.
El Bayern le quiso contratar a cualquier precio y el Real Madrid lo intentó hasta en tres ocasiones. Ni con Ramón Mendoza de presidente, que tenía unas fluidas relaciones comerciales con Moscú, pudo el club blanco hacerse con su objeto de deseo.
Blokhin quedó atrapado en la Unión Soviética en el esplendor de su carrera y, cuando se le permitió salir, ya habían pasado sus mejores años.
Y, aun así, su fama traspasó fronteras y convirtió al Dinamo de Kiev en un equipo temible.
Hijo de un veterano de la guerra de Stalingrado moscovita y de una campeona de atletismo ucraniana, Blokhin destacó pronto por su gran velocidad, coqueteó con el deporte de su madre pero pronto se decantó por el fútbol. Con 10 años ingresó en la Academia del Dinamo Kiev y con 17 ya formaba parte del primer equipo para comenzar una carrera imparable: 8 títulos de campeón de la URSS, 5 Copas y tres títulos europeos. Es el mayor goleador de la historia del club (266 tantos) y el segundo que más partidos ha disputado tras el meta Alexander Shovkovskiy (581).
El 14 de mayo de 1975, se destapó en Basilea con un gran gol en la final de la Recopa que el Dinamo venció al Ferencvaros (3-0) y meses después encandiló al público de Múnich, cuando tras regatear a cuatro jugadores del Bayern batió a Maier. En la vuelta en Kiev, volvió a marcar los dos goles de su equipo.
Once años después de eso, Blokhin aún colaboraría decisivamente en el tercer título internacional de aquel Dinamo que goleó al Atlético de Madrid en la final de la Recopa de Lyon (3-0), con un gol al argentino Ubaldo Fillol.
Con 35 años, ya se le permitió partir, pero ya se había exprimido todo su talento. Jugó sin mucho éxito en el SK Vorwärts Steyr austríaco, durante dos años, para finalizar su carrera en el AEL Limassol chipriota.
Blokhin emprenderá después una infructuosa carrera como técnico en Grecia. Entre 1990 y 1993, pasará por Olympiakos, PAOK, Ionikos y AEK.
El mejor jugador ucraniano de la historia también probará como diputado por la formación Hromada, de centro izquierda, y repetirá legislatura cuatro años después, con los socialdemócratas.
En 2004, finalmente, se hará cargo de la selección ucraniana y, dos años después, la llevará a la fase final del Mundial de Alemania, en el que alcanza los cuartos de final y es derrotada por Italia, que ganó el título.
Regresaría a la selección en una segunda etapa, para la Eurocopa 2012, que organizó su país junto con Polonia, pero no pasó de la fase de grupos y, su posterior etapa en el Dinamo Kiev, que recurrió a él para acabar con la hegemonía del Shakhtar tampoco fue buena. Fue despedido en abril de 2014, cuando el conjunto ocupaba el cuarto lugar en la Liga ucraniana.
Blokhin no se acercó como entrenador a lo que fue como futbolista. Dejó para el recuerdo su fabulosa velocidad y habilidad, pero sobre todo, la amargura de lo que hubiese sido en uno de los grandes de Europa.