Milosevic siempre fue un jugador con carácter. Quizá con demasiado carácter, pues en alguna ocasión le acabó pasando factura. Ahora es entrenador, y está claro que no lo ha perdido.
Ocurrió durante el Vojvodina-Partizan, de la sexta jornada de la Liga Serbia de este 2020-21. Visitaba el club de Belgrado Novi Sad, y el partido se convirtió en una encerrona.
La Vojvodina, a juicio de Milosevic, en connivencia con el colegiado, frenó al Partizan jugando al límite del reglamento. Pese a todo, los de la capital lograron ponerse por delante, en el 40', pero Soumah, en el 43', vio la roja directa.
Fue el primer revés para el equipo de Milosevic, y él se fue calentando poco a poco. La Vojvodina empató al poco de volver del descanso, y en el 69' volvía a ponerse por delante el Partizan.
Contra todo pronóstico, jugando con uno menos, el Partizan iba por delante, pero en el 75' todo cambió. Una nueva falta, del último defensor, mientras uno de los discípulos de Milosevic se escoraba hacia la banda, hizo estallar al técnico del Partizan.
August 30, 2020
El colegiado no pitó nada, y él enfureció. Sus protestas se convirtieron en un arranque de furia instantáneo, del todo inesperado: lanzó una botella al árbitro (riánse del zapatillazo de Arda al asistente) y, sin esperar a que le mostrasen la roja, se fue echando pestes por la boca hacia el túnel de vestuarios del Stadion Karadorde de Novi Sad.
No acabó ahí. Siguió blasfemando en serbio mientras se marchaba, y acabó pagando sus frustraciones con un micrófono de ambiente. ¿El colmo? La Vojvodina remontó el partido, para ganarlo, en el tiempo de alargue.