Hay victorias que saben a derrotas y derrotas que saben a victorias. La caída de Comora ante Camerún en octavos de final de la Copa África es perder, pero, en cierto sentido, también es ganar. Un equipo para nada favorito que afrontaba la cita sin porteros -hubo que alinear a un lateral bajo palos- y que estuvo con un hombre menos desde el minuto 7 puso en apuros a una de las grandes favoritas aunque esta terminiera imponiéndose.
Los cameruneses, con una plantilla de mucha más calidad, sufrieron de lo lindo para vencer. Esto no quiere decir que no lo merecieran, pero sí que lejos estuvo el encuentro de ser uno monocolor. De hecho, los comorenses fueron los grandes animadores porque resistían una y otra vez los envites rivales sin tirar la toalla y compitiendo con todas las de la ley.
Les condicionó aquella tarjeta roja a Abdou al poco del inicio. Sin mala intención, pisó el tobillo de Ngamaleu por detrás y pudo hacerle mucho daño. El colegiado, tras revisar la acción en el monitor del VAR, mandó al '6' a las duchas no sin verse obligado a sofocar un tumulto de jugadores que se quejaban porque entendían que su decisión era injusta. No lo era.
Pero ni por esas perdió Comoras la cara al partido. Se apoyó en una defensa férrea y valiente. Lejos de encerrarse atrás y engordar su área de efectivos para que todo balón colgado fuera escupido, se desplegó como suele desplegarse un equipo con once a lo largo de su campo, si bien, como es comprensible, el esquema era uno centrado en cubrirse.
Esta manera de encarar el duelo ayudó al grupo a disfrutar de sus propias opciones a la contra. Evidentemente, la mayoría de las llegadas e intentonas correspondieron a Camerún, que se encontró con un inesperado muro: Alhadhur. Este lateral del Ajaccio se encargó de tomar el testigo bajo palos ante las ausencias de todos los especialistas e hizo méritos de sobra a pesar de que cometió fallos propios de no ser guardameta.
Una acción de cancerbero de fútbol sala a un testarazo a bocajarro de Aboubakar y una doble parada, primero a mano cambiada y después con las palmas de los guantes, fueron sus mejores momentos. También cometió errores que encontraron su consecuencia en el marcador. En el 1-0, pudo hacer más.
Gracias a cómo contuvo las acometidas camerunesas y con la inestimable ayuda de una línea defensiva inspirada, los suyos aspiraron a forzar la prórroga. Lo más loable, que empezaron a construir esta posibilidad cuando ya iban perdiendo por 2-0. Un golazo de 'folha seca' pura de M'Changama relanzó las esperanzas del combinado nacional, que hizo que la anfitriona terminara el partido casi pidiendo la hora.
El tanto de M'Changama merece un aparte. En el minuto 81, engatilló un zapatazo desde lejísimos aprovechando una de esas faltas que tienen lugar a tanta distancia del área que los porteros ni siquiera colocan barrera. Onana, en este caso, reaccionó tarde y el cuero se coló seco por su escuadra.
De ahí en adelante, lo de Comoras fue una machada por el empate que culminó con un pitido final polémico. El colegiado decidió zanjar al enfrentamiento justo cuando los comorenses estaban montando una contra, con el consiguiente mosqueo de toda la plantilla y el alivio de la de Camerún, que accedió a los cuartos de final.
Sin desmercer su triunfo, lo cierto es que se dio con muchísimas más dificultades de las esperadas. Los goles, de Toko Ekambi y Aboubakar. El primero, en el 29', abrió la lata con un latigazo al palo largo. El segundo, en el 70', cubrió bien con el cuerpo un balón filtrado que le enviaron al área y definió desde muy cerca ante Alhadhur.
A pesar de la ristra de ocasiones y llegadas de los de cameruneses, tan solo esas dos dianas decoraron un día de frustración pura que no abre las puertas con muy buen sabor de boca a los cuartos de final, aunque, al fin y al cabo, las abre. Lo que seguro que quedará en el recuerdo de esta Copa África es el esfuerzo de Comoras por que no se impusiera la lógica.