En el minuto 55, el Liverpool terminó de matar a su rival con otra obra de arte. Si ya había gustado el golazo de falta de Alexander-Arnold, el zapatazo de Fabinho no se quedó atrás.
Algo más de 30 metros separaban al centrocampista de la meta de Hennessey. Y no se lo pensó. Cargó la diestra y no reparó en potencia a la hora de lanzar.
El balón comenzó a subir con tanta violencia que el meta del Palace ya sabía que iba a ser casi imposible atrapar ese zapatazo. Y así fue.
La bola se alojó en la red para completar el gran partido del jugador, que anteriormente había dado la asistencia a Salah en el 2-0.