La derrota en Getafe invirtió los puestos de los sevillistas y los azulones. Ahora el equipo de Nervión no depende de sí mismo para meterse en la mejor de las competiciones. Pero confía en el factor Caparrós.
Echando atrás la vista y consultado los números que hizo el utrerano en el banquillo del Sevilla con cinco jornadas por jugarse, salen dos precedentes a los que agarrarse.
El primero, en Segunda División, en el anterior milenio. Llegó al banquillo como revulsivo, tal y como ha sucedido ahora, y tuvo premio: hizo 13 puntos de 15 posibles y consiguió subir al equipo como primer clasificado.
Al año siguiente, más de lo mismo; clonó la estadística para asentar al equipo en la octava posición.
El problema es el último recuerdo similar: a finales de la temporada 04-05 le pasó todo lo contrario únicamente hizo 5 de 15 puntos, lo cual evitó que el Sevilla se metiera en la Liga de Campeones. Con el agravante de que fue el eterno rival y que supuso su adiós del banquillo.
El año pasado tuvo que apuntalar la clasificación para la Europa League tras la destitución de Vincenzo Montella, aunque esa empresa precisaba de menos puntos.