Uno de los debes en la plantilla del Real Madrid durante las últimas temporadas ha sido el de no tener un sustituto para el brasileño Carlos Henrique Casemiro, algo que la directiva del conjunto blanco ha solucionado este verano con la incorporación del francés Aurélien Tchouaméni y que, de momento, le ha servido a Case para sacar su mejor versión y hacerse con una Supercopa de Europa de la que salió como 'MVP'.
El centrocampista galo impresionó durante la pretemporada en Estados Unidos a cuerpo técnico y dirigentes madridistas e incluso en el ambiente que rodea al equipo se empezaba a hablar ya de que era el relevo inmediato para Casemiro; añadido también que su precio, 80 millones de euros pagados al Mónaco, no suele ser sinónimo de tener poco protagonismo.
Sin embargo, era el precio a pagar para no dejarse adelantar por otros clubes, como París Saint-Germain y Liverpool, para hacerse con uno de los centrocampistas llamado, por condiciones y potencial, a ser de los mejores de Europa; pero por delante tiene a uno de los que ya ocupa esa posición como es Casemiro.
Durante la pretemporada, el brasileño recibió el cariño de Ancelotti, que tiene como una de sus grandes facetas la gestión de grupo. Para el técnico, sigue siendo pieza angular de su proyecto y este no tardó en devolverle la confianza.
Primer partido oficial, primer título y se lleva el premio a mejor jugador. Todo un mensaje para aquellos que le querían jubilar antes de tiempo. Eso sí, el centrocampista mantuvo su tónica habitual de alguien modesto y comprometido por el equipo cuando compareció ante los medios de comunicación con su trofeo de 'MVP' cerca, dejando claro que el fichaje de Tchouaméni no le ha molestado.
"Es un jugador importante para nosotros, pero no me ha picado su llegada porque al final todos saben mi carácter y lealtad con este club a diario. Sigue igual mi pensamiento, mi trabajo. Solo se ven 90 minutos, pero mi sacrificio sigue siendo el mismo", dijo.
"Tchouaméni ya mostró que es un gran jugador. Tiene que seguir con lo que está haciendo en los entrenamientos y darlo todo dentro del campo", le aconsejó.
Lo dijo tras llegar cojeando y con sangre en la pierna después de un partido en el que fue fundamental en la destrucción y construcción. Contundente al corte, como demostró en una acción en la que se tiró abajo a rebañar un balón, tras lo que algunos integrandes del banquillo del Eintracht se lo recriminaron a lo que el brasileño les hizo un gesto de "toqué balón, no fue para tanto"; es su juego. Se impuso físicamente a todos los rivales.
Además, dio la asistencia de gol a Alaba tras imponerse por alto en un córner y en el minuto 60 solo el travesaño, tras un disparo desde fuera del área, le impidió cerrar una noche redonda en la que, sin embargo, mostró que para sacarle de la titularidad hará falta mucho más.