Una falta al borde del área es un manjar para Leo Messi. Y si se produce en territorio argentino, en un partido de la 'Albiceleste' y tras haber ganado el Mundial, más aún. El del PSG lanzó hasta cinco tiros libres y en todos ellos llevó peligro.
A los 17 minutos, llegó la primera. Fue también la primera ocasión del partido. Desde el perfil derecho, Messi sacó un zurdazo que golpeó con violencia en la cruceta y provocó el lamento al unísono del Monumental.
El resto se vieron ya en la segunda mitad. En el 52', en una posición centrada, buscó un lanzamiento a media altura al palo de Guerra, pero el portero anduvo atento y desvió la pelota. Cuatro minutos después, y un pelín más escorado a la derecha, encontró de nuevo la respuesta, esta vez por arriba, de Guerra, que la mandó al córner.
Las dos últimas fueron las más decisivas. Corría en minuto 78 cuando Messi tuvo el golpeo más lejano de los cinco. Desde unos 25 metros, encontró la cruceta derecha del portero panameño, que solo pudo mirar cómo el balón impactaba en la unión del larguero y el palo. Y de ahí salió el 1-0: Paredes recogió el rechace en el área y, al segundo intento, fue Almada quien remató al fondo de la red.
Faltaba la guinda. Pero era una noche para que llegaran todas las guindas. En el 89', Messi marcó el 2-0 con un lanzamiento impecable. Desde una posición centrada, un poco a la derecha y muy similar a su tercera falta, llegó el tanto. La bola superó la barrera y cayó al fondo de la portería pese a la estirada de un Guerra que nada pudo hacer para que el Monumental estallara.